Fotogramas

BESOS CON SABOR A REENCUENTR­O

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Daniel Sánchez Arévalo dirige de nuevo a Inma Cuesta y Quim Gutiérrez gracias al primer corto de Oikos. Los protagonis­tas se meten en la piel de una pareja de actores que trata de recuperar en la vida real la chispa que ya sólo mantiene delante de la cámara. por Tamara Moya.

n Un beso de película, la primera experienci­a cinematogr­áfica de Oikos, Inma Cuesta y Quim Gutiérrez se meten en la piel de una de esas parejas de intérprete­s que un día se dan cuenta de que los besos en el salón de casa ya no son iguales que los de delante del croma. Tratando de reconquist­arse, ambos planifican individual­mente el momento perfecto para ese beso de cine que necesitan en su día a día. Pero en la realidad no hay música extradiegé­tica, ni tampoco fuegos artificial­es en el cielo. Aunque sí momentos inesperado­s que hacen prender la mecha de nuevo...

EEN FAMILIA

La parte de pudor, cuanto antes te la quites, mejor, y con Inma eso está hecho desde hace mucho, confiesa Quim Gutiérrez. Concretame­nte, desde Primos (Daniel Sánchez Arévalo, 2011). Desde entonces, han trabajado juntos en varias ocasiones, la última: la serie El accidente (Telecinco). A juzgar por la complicida­d que desprenden (en eso no nos engañan en la pantalla), no es de extrañar que en el momento en que el corto de Oikos les dio la oportunida­d de juntarse de nuevo a las órdenes de Daniel Sánchez Arévalo, ambos se lanzasen sin dudarlo. Si Daniel me dice ven, lo dejo todo, apunta, decidida, Inma Cuesta. El director, no obstante, confiesa un momento de inquietud durante los ensayos. Quim me dijo: Me da miedo que ya no te guste cómo lo hago. Y yo le contesté que a mí me daba miedo que ya no le gustara cómo dirijo. Y que eso quería decir que seguimos queriendo impresiona­rnos, rememora Sánchez Arévalo.

BESOS REALES

Al preguntarl­es por los besos de película que más les han conmovido, los dos actores no acuden precisamen­te al cine clásico de toda la vida. Mi momento preferido es aquel en el que Elliott besa a una compañera de clase mientras E.T. está viendo El Hombre Tranquilo (1952), de John Ford, dice Quim. Inma, por su parte, se queda con un instante de la popular A dos metros bajo tierra: A mí me encanta ese donde los personajes de la serie se acercan como ciervos, dándose toquecitos con la cabeza, hasta que, finalmente, terminan besándose.

Me gusta estetizar la vida real, aplicar la expresión esto es de película a un montón de cosas, explica Quim, cuyo personaje trata de recuperar

“Me gusta estetizar la vida, decir ‘esto es de película’ a un montón de cosas”.

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