Borja Cobeaga, por Fe de etarras.
Como ya hicieran con el programa ‘Vaya semanita’, Borja Cobeaga y Diego San José vuelven a usar la sátira y la risa como armas contra el terrorismo en su nuevo largometraje, ‘Fe de etarras’, segundo film español producido por Netflix. por Àlex Montoya.
Cuatro etarras en un piso franco, esperando una llamada que aclare su objetivo. ¿El contexto? La España de 2010, concentrada ante la tele para ver avanzar a la
Roja, eliminatoria tras eliminatoria, hasta alzarse con su primer Mundial. Mientras, los estertores de ETA ante un inmediato cese de sus actividades terroristas, con cuatro infelices a la espera de órdenes, más convencidos de sus ideas que de llevarlas a cabo. Se sugestionan pensando que son el último reducto, los últimos apaches en medio de esta guerra, pero son capaces de abandonarlo todo cuando les ponen un plato caliente y empiezan a vivir mejor.
Borja Cobeaga (San Sebastián, 1977) afirma que los personajes de su nueva película son decadentes, ingenuos. Son etarras muy cobardes, que, en el fondo, no quieren tener éxito. Y usa algo muy fresco en nuestras retinas para ayudar a comprender la fuerza de la sátira y la risa como arma contra la violencia. La realidad te da argumentos. Tras los atentados de agosto en Barcelona y Cambrils, toda España, absolutamente toda, se rió del hijo de la Tomasa (se refiere a Abu Laiz Al Qurtubi, alias El Cordobés, el yihadista que, en un vídeo, amenazó a España con más atentados, y que coleccionó burlas en las redes sociales). Reducir a un terrorista a un chiste tiene algo de victoria, es muy poderoso y una manera de combatirlo.
HUMOR CONTRA LA FRIVOLIDAD
El humor es, por supuesto, el eje del film. Y eso, desde su mismo punto de partida, es un riesgo: Oyes en la misma frase comedia y ETA, y saltan las alarmas. Normal. Por eso puedo asegurar que no es una película que quiera ofender a las víctimas ni a su memoria. Aunque parezca curioso, yo no tengo ninguna intención transgresora, sólo quiero retratar a un grupo de personas y una época que vivimos en Euskal Herria y España, afirma. Y sigue: Para mí, hacer comedia no es frivolizar, todo lo contrario. Estoy convencido que sobre un asunto trivial haría un drama, pero, para los temas serios, creo que la sátira es el medio perfecto.
Fe de etarras es, pues, pura comedia trufada de diálogos tronchantes (comparar una relación sentimental con las Conversaciones de Argel; o soltar que el principal causante de la obesidad es... España), paridos por esa pareja tan consolidada que forman Cobeaga y un Diego San José que, esta vez, figura como guionista en solitario.
Un sentido del humor audaz para el que ambos vienen demostrando buena mano desde los tiempos de Vaya semanita (programa que ETB que empezó en 2003), fundamentado en los gags sobre el mundo de ETA y su entorno. Cuando escribimos Ocho apellidos vascos, donde aparecen
Borja Cobeaga y Diego San José junto a sus actores: Javier Cámara, Julián López, Gorka Otxoa y Miren Ibarguren.
Una partida de Trivial para matar el tiempo.
Luis Bermejo, un vecino muy aficionado a la Roja, que obligará a los protagonistas a disimular sus colores.
manifestaciones y kale borroka, había mucha gente nerviosa, recuerda Borja Cobeaga: Nosotros estábamos muy tranquilos porque no dejaba de ser una versión muy blanca de Vaya semanita. Así, que tanta gente aceptara chistes sobre el nacionalismo, sobre España o sobre el terrorismo... nos confirmó que la gente estaba preparada para ello.
LA FAMILIA Y UNO MÁS
En Fe de etarras hay muchas risas, sí, pero también un poso de amargura y de realismo. Esa mezcla es mi favorita, confiesa el director. En este caso, hubo un momento, ya terminando el rodaje, en que pensé en el film como un concurso
de dar pena. Por eso, la melancolía se
impone, afirma, antes de empezar a hablar de los grandes cómplices con los que ha contado para hacer realidad este proyecto: cuatro actores que llevan el peso del relato a sus espaldas.
Tres de ellos son, casi, de la familia: Gorka Otxoa era el Pagafantas (2009) del debut de Borja Cobeaga en el largo: Es un actorazo y tenía muchas ganas de que hiciera algo distinto a lo que suele. Su personaje, Álex, está más pendiente de consolidar su relación amorosa de
sí-pero-no con su colega de comando, una Miren Ibarguren (que ya rodó con el director el corto Bidexka) a la que Cobeaga define como una actriz de
comedia brutal. Junto a ambos, un albaceteño de Chinchilla, más vasco que los vascos, al que da vida otro clásico de su
cine, Julián López (No controles, Pagafantas), con quien, dice, tenemos una relación que hace que, aunque no le tengamos en mente, escribamos diálogos que le pegan a la perfección.
El repaso finaliza con un novato del
universo Cobeaga. Nos empecinamos, casi obsesivamente, en trabajar con Javier Cámara. Es capaz de todo, muy gracioso, con muchos recursos. Fue una persecución
exitosa, se alegra. Cámara es Martín, líder de mirada triste y que no ha pegado un tiro en su vida. Les secundan Luis Bermejo, Tina Sainz, Bárbara Santa-Cruz y Ramón Barea.
Fe de etarras es el segundo film español que produce Netflix (tras 7 años): Cada vez valoro más el control, la independencia. Ellos me la han dado. Y se moja ante las voces que critican el
modelo de negocio de la plataforma: Yo también valoro el cine en salas, pero no dejo de pensar que he visto las pelis que más me han gustado en mi vida en una tele de 14 pulgadas. Oír a Christopher Nolan diciendo que Netflix no es cine... él puede hacer lo que le dé la gana con 200 millones de euros. Así cualquiera. Creo que es un pensamiento un poco elitista, un poco aristocrático.
“Tras los atentados de Barcelona y Cambrils, el país se rió del hijo de la Tomasa. Reducir a un terrorista a un chiste tiene algo de victoria”.
Borja Cobeaga, director