Orfeo opiáceo
El francés Philippe Grandrieux es un poeta maldito que, en afortunada expresión de nuestro compañero Philipp Engel, recoge el testigo del cine allí donde lo dejó el extremo David Lynch de
Inland Empire (2006). Sus películas, pesadillas abstractas desencadenadas en el último confín de una noche avernal de insomnio, sexo sudoroso y extravíos opiáceos, palpitan con los ritmos de la más autodestructiva obsesión romántica. Su ya penúltimo trabajo, Malgré la nuit (2015), fue objeto de controversia a su paso por el circuito de festivales: es una de esas películas que se ama o se odia, pero el caso es que también la odiaron algunos de los incondicionales del director, que incluso se planteaban reevaluar los entusiastas juicios emitidos por sus anteriores trabajos.
Ver Malgré la nuit es una experiencia extrema y no para todos los gustos, pero, si uno está en la debida longitud de onda, el amour fou que la película espolea es tan desbordante como el que el Scottie (James Stewart) de Vértigo (Alfred Hitchcock, 1958) sintió por Madeleine (Kim Novak): de hecho, en esta peculiar revisión sadomaso del mito de Orfeo también hay una Madeleine a cuya búsqueda se entrega el protagonista, mientras tipos turbios, iluminados con satánica luz roja, disertan sobre el instinto, y una Ariane Labed más valiente que nunca se entrega a las jaurías del deseo en el corazón nocturno de un bosque donde ya no habitan las hadas, sino los lobos, mientras una despiadada luz fría viola cada centímetro de su piel.
Para adensar el misterio: la película estaba incluida en una supuesta integral en DVD editada en Francia, pero nadie sabe si esa edición salió y se agotó, no salió jamás o saldrá algún día. Por fortuna, el sello Matchbox Films ha lanzado una peladísima edición en DVD en Gran Bretaña, sin material extra, pero con las dos horas y media de poesía malsana que integran la película de Philippe Grandrieux.