Fotogramas

Del amor al odio sólo hay un gato

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Un gato perdido, y hallado, que sólo atiende por Miamor, y entiende valenciano, dará una segunda oportunida­d a la relación entre Dani Rovira y Michelle Jenner, la atractiva pareja protagonis­ta de Miamor perdido, comedia romántica en la que Martínez-Lázaro repite con el protagonis­ta de su millonaria saga de los ocho apellidos (100 millones entre ambas).

Escrita por Miguel Esteban (guionista de Museo Coconut o El Intermedio, y uno de los creadores y directores de la serie El fin de la comedia, de Ignatius Farray), junto con Clara Martínez-Lázaro (directora de Mirabilis, 2015) y su padre, las señas de identidad, esta vez, son muy distintas. Esta es una comedia romántica casi en estado puro. Con personajes muy singulares. Nada anclados en el costumbris­mo, explica el director: Ella ve la vida como un conflicto permanente, cargada de drama y tragedia. Para él, sea como sea la vida, lo mejor es contarla de forma divertida. La película es una mezcla de las dos teorías. Y no tiene nada de astracanad­a, como las dos anteriores. Ni gota. Si acaso, conectaría con los pasajes más divertidos de Amo tu cama rica (1991).

Él, Mario, es monologuis­ta; ella, Olivia, valenciana, es actriz y guionista de teatro indie. Los dos vienen de relaciones desastrosa­s, evitan enamorarse, pero no pueden evitarlo, y encontrars­e un gatito callejero y decidir adoptarlo les lleva a irse a vivir juntos. Hasta la gran bronca, por puro miedo al compromiso, que pone punto y final a la relación, y durante la que Miamor huye. Ella lo dará por muerto, y él lo mantendrá con vida a escondidas. La producción corre a cargo de José Vicuña (Impala), José Luis Olaizola y Sony Pictures Internatio­nal. También en el reparto, Vito Sanz y María Hinojosa.

¿Pesa el éxito precedente? Si pienso que el otro día, en la tele, nueve millones de personas vieron Ocho apellidos catalanes, siento toda la presión del mundo encima. Es horrible. Así que no pienso en expectativ­as de recaudació­n. Ya me gustaría saber a priori cómo hacer una película comercial, pero sigo utilizando mi gusto como gusto intermedio entre la película y el público. Así que la bofetada que nos podemos dar Dani Rovira y yo juntos en esta película puede ser de campeonato, finaliza el realizador madrileño. por Paula Ponga.

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