Tres son multitud
En 1996, la guionista y directora Mary Harron se presentaba al mundo con Yo disparé a Andy Warhol, una película que rescataba la figura de la feminista radical Valerie Solanas. El mismo año, Margaret Atwood publicaba Alias Grace, actualización del mito de Sherezade que usaba como base argumental los efectos de los abusos sexuales y el sometimiento de las mujeres en la Canadá del siglo XIX. La cronología y el sentido común nos dicen que estas dos autoras ingeniosas y osadas estaban destinadas a alumbrar una gran serie juntas. Es una lástima que la versión de Alias Grace para la tele que hemos terminado viendo sea obra de una tercera persona.
Sarah Polley lleva 20 años obsesionada con adaptar el libro de Atwood, algo que se ha vendido como uno de los grandes incentivos de la serie. Cuando es justo lo contrario. Polley contando historias es anárquica y cursi (si no me creen, revisen su película de 2011, Take This Waltz): ella es lo que no funciona en Alias Grace. Su guion ha convertido la fascinante historia de la convicta Grace Marks en un capítulo muy largo de En terapia protagonizado por Ana de las Tejas Verdes. Harron está en los créditos de la serie relegada a la dirección, sin autoridad, supeditada a diálogos sobreexplicativos y a un encaje de secuencias absurdo. La misma Mary Harron que reformuló el horror de American Psycho (2000) en la estilizada sátira protagonizada por Christian Bale. Ay, si la hubieran dejado a solas con Atwood. Me habría encantado ver esa serie.