Mas allá de Spacey y Harvey Weinstein
Inés Prat, periodista especializada en cine que trabajó en la oficina de TVE en Nueva York hasta que una válvula de su maltrecho corazón dijo
basta, estaba colada por Kevin Spacey:
Es de una discreción absoluta, pero es gay. No tengo nada que hacer. Eso fue en los 90 pasados. Comentamos que alguien largaría. Y así ha sido, Inés. SPACEY tiene mucho más glamour que si te llamas Pepe-lo-que-sea, aunque en nuestro país también hay abusadores. ¿O qué piensan de un señor que contrataba, en la tele, artistas
de su gusto, y, para que nadie dijera nada, les hacía un contrato laboral, con Seguridad Social incluida. Y así, cuando se hartaba de ellos, los ponía en la calle con despido laboral. No lo hacía por compasión ni nada similar. Lo hacía por si le reclamaban algo. Antes YA los había indemnizado. Piensen quién puede ser. Conocí a diferentes amantes en varias cenas.
El camino también puede ser inverso. Ahí está la señora que se enamora de un alto cargo y consigue (¡qué casualidad!) que se le abran las puertas del primetime de golpe. Pero fue tanta la soberbia de la señora que acabó despedida, aunque en otro pesebre. Los hay que nacen estrellados, pero otros con la flor en el culo. Es muy fácil saber quién es.
En cambio, adivinar el nombre del siguiente es un poco más complejo. Trabajó conmigo en TVE. Era un tipo
extraño. Un día, de camino a Prado del Rey, leyendo la prensa en el autobús de la ruta que salía en Plaza de España, me encuentro con su fotografía en una noticia de sucesos: Detenido el violador del Barrio. El relato explicaba su modus operandi, el número de víctimas y muchas cosas más. Para nada decía que trabajaba en la tele y que tenía algo así como una doble vida. Cumplió condena, no fue castrado como él quería y, gracias al apoyo familiar, estudió una carrera y hoy ejerce una profesión que no tiene nada que ver con la televisión con un magnífico desempeño. No todo acaba siempre igual de bien. Pero eso ya son otras historias...