EL TRIUNFO DE LO EXQUISITO
La muy cinéfila y radical ‘En attendant les barbares’, de Eugène Green, fue la gran triunfadora de la 55ª edición de un renovado Festival de Gijón (del 17 al 25 de noviembre).
Esta 55ª edición ha sido la primera con Alejandro Díaz Castaño como director. El histórico programador del festival regresó para abrir, junto a su lugarteniente Tito Rodríguez, una nueva etapa que, por lo pronto, se ha saldado con éxito: auge de espectadores (52.000 sólo en las proyecciones); un palmarés que refleja el buen criterio de una selección que reunió 177 películas de 43 países, y premio gordo (20.000 euros para la distribuidora internacional, y 10.000 para la española), especialmente significativo, para Eugène Green, otro histórico de Gijón y de la cinefilia.
VOLVER A GIJÓN
El neoyorquino afincado en Francia Eugène Green, un habitual del festival en la esencial etapa que tuvo a José Luis Cienfuegos como director, también regresó a Gijón para el estreno mundial de En attendant les barbares, el exquisito resultado de su muy personal trabajo con un grupo de actores, que mereció el Premio Principado de Asturias. El reconocimiento a esta película, que casi es un manifiesto contra la vulgaridad, tiene su importancia porque confirma la apuesta por un cine elevado y sin concesiones que, desde tiempos inmemoriales, ha encontrado a su público en Gijón.
En el palmarés, servido por el Jurado presidido Whit Stillman, también hubo recompensas para la coreana Kim Minhee, que ya había sido la Mejor Actriz en la Berlinale por esta misma y no menos extraordinaria En la playa sola de noche, del prolífico Hong Sang-soo, y para el fallecido y emblemático Harry Dean Stanton, que se despide de sus fans con Lucky, primer film como director de John Carroll Lynch, enteramente concebido como un elegíaco homenaje al actor favorito de David Lynch, que también aparece en el film junto a su viejo amigo. Más reseñable si cabe es el premio especial a En attendant les hirondelles, fascinante tríptico que marca el resurgimiento del cine argelino gracias al debutante Karim Moussaoui, que demuestra una sabiduría próxima a la de maestro Kiarostami.
El Jurado también premió a dos películas comparativamente menores: la georgiana Scary Mother y la búlgara Destinos. La primera es un retorcido estudio de la familia como fuente de material literario, y la segunda cruza las trayectorias de varios taxistas en la noche de Sofía a modo de radiografía nacional, aunque ninguna de las dos roza la excelencia de Green, Hong o Bruno Dumont, que quedó fuera del palmarés con la estratosférica Jeannette, l’enfance de Jeanne D’Arc, algo así como una ópera rock en clave mínima, con el fondo paisajístico y la paleta de colores habitual del francés, que alcanza una de las cimas de su carrera, sólo comparable a sus primeras películas de los años 90.
Por lo demás, el festival empezó tan bien como empezó, con dos películas notables de realizadoras argentinas: Constanza Novick inauguró con El futuro que viene, y Julia Solomonoff bajó el telón con Nadie nos mira. Perfecta simetría. www.gijonfilmfestival.com