NICOLÁS CORONADO
"Mis amigos me llaman El Místico".
(Madrid, 18/04/1988)
Aunque se coló en nuestros hogares siendo un niño (aquel de la portada del disco Los chicos no lloran, de su tío, Miguel Bosé), su rostro se ha hecho frecuente durante la última década en la pequeña (Tierra de Lobos,
Águila Roja) y gran (El amor no es lo que era, de Gabi Ochoa, y Demonios tus ojos, de Pedro Aguilera) pantalla. Recientemente, ha protagonizado Pasaje al amanecer, de Andreu Castro, y próximamente repetirá con el director Pablo Aragüés (Novatos). Lleva con orgullo uno de los apellidos más respetados del cine español, pero entre sus amigos siempre será El Místico (por mi mundo espiritual y energético; la gente suele ser más pragmática). La montaña es su elemento; y su código, la meditación.
Una filosofía de vida que lo ha llevado a la selva peruana en varias ocasiones (el universo pone la fecha). Cuando viaja, nunca olvida su colección de flautas de los indios cherokee.
Este maniático de los números pares colecciona piedras preciosas desde niño. De aquella época recuerda perfectamente el momento en que descubrió su amor por la naturaleza: Estaba disparando un tirachinas y, de repente, tuve claro que iba a dar a un pájaro. Fue un click. Desde entonces se guía por el lema no seas mente, sé corazón, y valora la ternura por encima de todo (me han educado con ella e incluso en las discusiones me gusta que no se pierda).
Sus ídolos adolescentes (Michael Jackson y Michael Jordan) han cedido el lugar a guías profesionales (Bill Murray) y espirituales (Osho). Sus padres, Jose Coronado y Paola Dominguín, son, sin embargo, los mayores cómplices de su vida: Nunca me han dicho esto está prohibido; siempre he tenido en muy alta estima su opinión. Aunque lleva las dotes interpretativas en su ADN, le encantaría ser guardabosques (busqué información sobre las oposiciones, pero hay muy pocas plazas). Cuando se proyecta hacia el futuro, se imagina contribuyendo a acabar con la tauromaquia y dentro de un sistema que no se rija por el dinero.
Por qué lo queremos: Por su sonrisa, su agilidad mental y su jerarquía de valores.
Asignatura pendiente: La Psicología y la disciplina.