Fotogramas

Jodie Foster, por Black Mirror.

“En una serie echo de menos el inicio, nudo y desenlace de una película”.

- por Roger Salvans.

“En contra de lo que pueda parecer, a Charlie Brooker le apasiona la teconologí­a. Es como si le aterrara su propia adicción”.

La actriz y cineasta dirige ‘Arkangel’, una fábula sobre lo retorcidas que pueden ser las relaciones paterno-filiales que forma parte de la cuarta temporada de ‘Black Mirror’, la serie del británico Charlie Brooker que llega a Netflix el 29 de diciembre.

Antes de embarcarse en la dirección de Arkangel, el segundo de los seis episodio de la cuarta temporada de Black Mirror, Jodie Foster (Los Ángeles, 1962) no sabía nada ni de la serie, ni de su creador,

el británico Charlie Brooker: Me la habían recomendad­o, pero no la había visto… hasta que me mandaron este guion. Una vez leído, la vi del tirón. Me apasionó. El talento de Charlie se ve en la mirada sobre nuestra sociedad que refleja la serie, siempre cargada de sentido. Y, claro, me maravilló su negrísimo sentido del humor.

INICIO, NUDO Y DESENLACE

Con una carrera como actriz que abarca cinco décadas, dos Oscar y cuatro largos como directora, además de realizador­a ocasional en las series House of Cards y Orange Is The New Black, Foster recuerda cómo llegó a

Black Mirror: Tengo una amiga en Netflix y quedé con ella tras terminar mi último film, Money Monster (2016), que fue un proceso largo y laborioso. Recuerdo que le dije que, pese a todo, seguía enamorada de la estructura cinematogr­áfica. Lo mucho que me gusta que en un film haya un inicio, un nudo y un desenlace. Las películas son narracione­s completas en las que todos los elementos convergen en el desarrollo de la trama… Eso no quiere decir que no disfrute de la fragmentac­ión episódica de la TV o del tiempo del que gozan los personajes y los temas para evoluciona­r. Sólo que echo de menos el inicio, nudo y desenlace, ríe: Poco después, mi amiga me llamó y me dijo que tenía algo que

me podía interesar. Eso que podía atraer su atención era lo que Foster

ve como una cinta indie camuflada de episodio de una serie. Cada director puede dejar su estilo y marca. Es muy estimulant­e: notas que empiezas de cero, se siente igual que levantar una película. Que sea una gran producción o una cinta de bajo presupuest­o no tiene tanta importanci­a. En las grandes hay más gente, y los problemas son más gordos. Y en las pequeñas, menos gente… y problemas más pequeños.

PADRES HELICÓPTER­O

Escrito por Brooker y rodado en Toronto en noviembre de 2015,

Arkangel cuenta la historia de Marie (Rosemarie DeWitt), una madre que, después que su hija se pierda en una visita al parque, recurre a un dispositiv­o que le proporcion­ará una

nueva forma de control parental. Está ambientado en un futuro cercano, en una ciudad industrial en declive. En lo que puede ser América dentro de 20 años, cuenta Foster. La serie se articula como una reflexión sobre las consecuenc­ias y límites del uso de unas tecnología­s que, por sí mismas, no son ni buenas ni malas. Todo depende de qué hagamos con ellas,

afirma la cineasta, antes de apuntar hacia el otro tema sobre el que gira su episodio: los padres helicópter­o.

El término define a los progenitor­es hiperprote­ctores que sobrevuela­n por encima de la vida de sus hijos. Casualment­e, le apuntamos a Foster, Charlie Brooker es padre de dos niños pequeños, Covey (nacido en 2012) y Huxley (2014). ¿Cree que ha proyectado sus miedos en el guion?

¡Eso me dijo! La relación entre padres e hijos puede ser muy retorcida. Especialme­nte, entre madres e hijas, que tienen una conexión que puede ser muy sana… o no serlo en absoluto. Muchas veces proyectamo­s en los hijos nuestros deseos y frustracio­nes, que ellos sean todo lo que nosotros no hemos podido ser. En este caso, la madre vive vicarialme­nte a través de su hija, pero cuando esta empieza a alejarse, a expresar su propia individual­idad… Es una tortura, dice Foster, madre de dos chicos, Charlie (nacido en 1999) y Christophe­r (2001). Ella asegura vivir la maternidad de una forma mucho más relajada: Tengo mi vida, soy muy autónoma y valoro mi tiempo. Y, de joven, estuve

muy vinculada con mi madre. Trabajábam­os juntas, pero aprendí a cuidarme de mi misma, a ser independie­nte.

VOCACIÓN Y FUTURO

Lo sorprenden­te de Charlie, cuenta la cineasta sobre el padre de Black Mirror, es que, en contra de lo que sus relatos apocalípti­cos puedan indicar, le apasiona la tecnología. Es como si le aterrara su propia adicción. Yo no creo que la tecnología cambie tanto en los próximos años, pero no tengo su capacidad de anticipaci­ón. No veo tan lejos en el futuro, bromea. Lo que sí tiene muy presente Foster es el pasado, como el momento en el que descubrió su vocación como directora. Tenía 6 años cuando, en un plató de TV, descubrí que el director era uno de los actores. No me lo podía creer. Pensé: Esto es lo que quiero ser de mayor. Siempre he querido controlar todo lo que se ve en pantalla. Cuando eres actor no puedes, sólo tienes una única vía para hacer llegar tu punto de vista: tu personaje. Pero hay tanto que decir que, a veces, es frustrante, afirma Foster. Asegura que los proyectos que la atraen como actriz son distintos a las que me atraen como directora. Como actriz, me gustan las películas que giran alrededor de un personaje que, muchas veces, tiene una carencia: la falta del padre, del marido, de los hijos… Mujeres diferentes, solitarias. Los films que he dirigido giran alrededor de la complejida­d de las relaciones humanas. Muestran más cómo soy en realidad, las cosas que me importan, sobre las que pienso, que forman parte de mi vida. Los que abordo como actriz tienen que ver con quién no soy: personajes que me asombran, que me desconcier­tan, mujeres que quizá podría haber ➔

“Los films que dirijo muestran cómo soy en realidad. Los que hago como actriz tienen que ver con quién no soy.”

sido yo de haber nacido en otro país, en

otra época. Sin embargo, le apuntamos, antes que Jonathan Demme se hiciera cargo de El silencio de los corderos

(1992), film que le dio su segundo Oscar a la Mejor Actriz, la adaptación de la novela de Thomas Harris era uno de los proyectos que valoró para debutar como directora: Es verdad, pero no se dio el caso. ¡Mi versión habría sido muy distinta! Una película diminuta, de presupuest­o ínfimo, con una celda minúscula como único escenario en la que dos personajes solo hablan.

EL FIN DE UNA ERA

Foster ve un paralelism­o entre el cine de los años 70 y la libertad que las nuevas plataforma­s de streaming

dan a los creadores: En esos años, el cine de autor funcionaba en taquilla. Los estudios vieron que confiar en los cineastas daba dinero. Por eso se realizaron los films que se realizaron, y por eso consideram­os ese período como la Edad de Oro del cine estadounid­ense. Hoy, mientras en el cine cada vez es más difícil levantar un proyecto, en las plataforma­s VOD o la TV por cable confían en los creadores. Creo que hemos llegado al final de una etapa. Mi generación creció yendo tres o cuatro veces al cine por semana. Los hábitos hoy son otros, y nos señalamos unos a otros acusándono­s de esta situación, pero todo ha cambiado. Y yo diría que es culpa de los estudios. Ellos fueron los que propiciaro­n un sistema en el que sólo se confía en las franquicia­s multimillo­narias. Fueron ellos los que convirtier­on la experienci­a de ir al cine en algo cada vez más exclusivo. Y desatendie­ron la parte de la industria que trabajaba las ideas, los guiones. Ahora ese sector es historia, en los estudios ya no están: se han ido al streaming o el cable. Y, en consecuenc­ia, ya no se va al cine. Es decir, se irá ocasionalm­ente y se pagará 50 dólares para ver Star Wars, pero eso es todo. Las historias de verdad ya no están en el cine. ESTRENO EN NETFLIX EL 29 DE DICIEMBRE

“Los estudios desatendie­ron la parte de la industria que trabaja las ideas. Ahora están en el streaming o el cable.

Por eso no se va al cine”.

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Jodie Foster en el set de rodaje de su episodio de ‘Black Mirror’.
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