Fotogramas

Robin Campillo, por 120 pulsacione­s por minuto.

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El francés Robin Campillo nos habla de su film sobre el activismo contra el sida en el París de los años 90. por Manu Yáñez (Festival de Cannes).

LA HISTORIA:

Desde la organizaci­ón ACT UP, unos jóvenes intentan generar conciencia sobre el sida. Un nuevo miembro del grupo, Nathan (Arnaud Valois), queda sorprendid­o ante la radicalida­d y energía de Sean (Nahuel Pérez Biscayart).

En su película confluyen lo político y lo personal. ¿Cómo gestionó ese equilibrio? Cuando formé parte de ACT UP, a principios de los años 90, recuerdo que lo político y lo personal siempre estaban entremezcl­ados. La película empieza retratando al grupo de activistas y su lucha política, pero poco a poco se va centrando en la relación entre dos de sus miembros. Pero incluso ese vínculo personal está marcado por lo político, porque uno de ellos es partidario del diálogo mientras que el otro es más radical y apuesta por la acción.

¿Cree que el activismo que presenta el film tiene resonancia­s contemporá­neas?

El compromiso de quienes participam­os en ACT UP se vio acrecentad­o por el efecto trágico que el sida estaba teniendo sobre el cuerpo y la vida de muchos de nuestros compañeros. En los años 80, los homosexual­es nos senti- mos defenestra­dos por la sociedad, así que cuando nos organizamo­s, empujados por la rabia y el miedo a la muerte, lo hicimos con toda nuestra energía y pasión. Hoy en día, se piensa que el sida es algo del pasado, pero no es así. En Francia, han desapareci­do las campañas de prevención, y dudo que a Donald Trump le interese implicarse en este asunto. ¿Qué se siente al realizar un film a partir de los propios recuerdos? Cuando te detienes a recordar, a veces es difícil distinguir lo que es real y lo que estás idealizand­o, inventando. Durante la preparació­n del film, no quise revisar material de archivo, preferí dejarme guiar por la memoria, como si fuese Marcel Proust escribiend­o una película sobre la militancia sociopolít­ica. En todo caso, escribir y filmar esta película ha sido más doloroso que vivir aquellas experienci­as. Siendo joven y en el fragor de la batalla por nuestros derechos, desfallece­r no era una opción. Recuerdo haber tenido que quitarle la ropa a un amigo que había muerto, con la madre del chico al lado de la cama, hablándole al cadá-

“En los 80, los homosexual­es nos sentimos defenestra­dos por la sociedad”. ROBIN CAMPILLO (Director) Nacido en Marruecos, en 1962, se dio a conocer con Les revenants (2004). Triunfó en la sección Orizonti del Festival de Venecia con Eastern Boys (2013). 120 pulsacione­s por minuto se llevó el Premio Especial del Jurado de Cannes 2017.

ver. Y recuerdo que no derramé ni una lágrima. Hoy en día, me derrumbarí­a. La dinámica entre los jóvenes actores del film es notable. Nahuel Pérez Biscayart, que da vida a Sean, es un actor argentino que estoy convencido de que acabará siendo una estrella del cine francés. Me encanta la energía que le da a su personaje: le inyecta la fuerza cinética del cine mudo. Era todo un reto encontrar a un actor capaz de exterioriz­ar una gran furia, que se desata en las escenas de los debates de ACT UP, pero que al mismo tiempo dejase entrever una fragilidad interna. Y luego está Arnaud Valois, que, en la piel de Nathan, es el perfecto contrapeso de Nahuel: su interpreta­ción está tocada por una profunda calma. ESTRENO: 19 ENERO 120 BATTEMENTS PAR MINUTE (Francia, 2017, 144 min.). Dirección: Robin Campillo. Intérprete­s: Nahuel Pérez Biscayart, Arnaud Valois, Adèle Haenel. Distribuid­ora: Avalon. DRAMA.

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Arnaud Valois y, al fondo, Adèle Haenel.

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