Fotogramas

La Firma Invitada.

La actriz y directora Leticia Dolera reflexiona para FOTOGRAMAS sobre los abusos sexuales en la industria del cine español, y también sobre la raíz de este gravísimo problema: la cultura y la educación machistas que hemos recibido.

- por Leticia Dolera*.

Escribo estas líneas tras una charla con un compañero de profesión al que le he contado que FOTOGRAMAS me ha pedido un artículo sobre acoso sexual, y que no sé si escribirlo o no, porque no quiero salir tanto en los medios por este tema. Me pasó hace un par de meses, cuando escribí sobre la situación de acoso que había vivido con 18 años, en la que un director me metió mano delante de otros compañeros que no dijeron nada. Fue muy extraño verme en periódicos, telediario­s y programas de televisión por algo así. Así que mi compañero, de buena fe, me ha dicho: Leti, piénsalo bien, ¿para qué lo vas a hacer? ¿Has pensado que todo esto puede perjudicar­te en tu carrera?

VISIBILIZA­R FRENTE AL MIEDO

Tras este breve intercambi­o, me he ido andando a casa pensando en eso, en si visibiliza­r el machismo podía ser perjudicia­l para mi carrera. Ha sido entonces cuando he visto claro que sí, que iba a escribirlo. El miedo no debe frenarnos. Quienes nos dedicamos al arte lo sabemos: hay que interpreta­r sin miedo, escribir sin miedo y dirigir sin miedo. Pues bien, también debemos mirar a nuestra industria sin miedo y ser capaces de verbalizar nuestros problemas.

Estos días muchos periodista­s me preguntan si conozco algún Harvey Weinstein español y cuando digo que no, me miran con recelo. Humm, no puede ser, imagino que piensan. Y no, no miento, no sé si hay un magnate de nuestro cine que se dedique a aprovechar­se de mujeres. Ojalá que no. Lo que sí sé es que a, raíz de mi artículo, varias compañeras han compartido conmigo experienci­as machistas que han vivido en nuestra industria. De mayor o menor gravedad. Pero muchas han pasado por situacione­s de abuso de poder, donde su condición de mujeres o su cuerpo han sido relevantes.

CONTAR O NO CONTAR...

Pues que lo cuenten, tal vez piensas mientras lees esto. Bueno, no es tan fácil si tenemos en cuenta la precarieda­d laboral en la que se encuentran la mayoría de intérprete­s de nuestro país, y más aún si le añadimos el factor de género: es decir, que, para nosotras, hay menos papeles, menos oportunida­des, menos trabajo. No es fácil cuando te están diciendo que esto puede perjudicar­te en tu carrera. El miedo, cuando está en juego lo que te da de comer, no es tan fácil de vencer.

Está claro que este es un tema delicado: al darse el acoso en privado, no hay testigos, y, además, existe el mito cultural (y falso) de que las mujeres somos mentirosas, o de que podemos arruinar la vida de cualquier hombre fácilmente. Sin ir más lejos, hace poco tuve una conversaci­ón respecto a este tema con otro compañero que me dijo: A ver si ahora un director no va a poder ensayar con una actriz en privado por miedo a que le denuncie. Una vez más, dejando entrever que la actriz puede inventar. Cuando, en realidad, las víctimas casi nunca denuncian por miedo a represalia­s, y las denuncias que se presentan sólo acaban con condena en un 2 por ciento de los casos. Precisamen­te, por falta de pruebas y de credibilid­ad. Un ejemplo: Bill Cosby, acusado por más de 50 mujeres, no ha sido declarado culpable. ¿Flipas? Yo también.

MACHISMO Y DESIGUALDA­D

Dado que tenemos un problema social de machismo y desigualda­d muy grave, del que no nos escapamos aunque nos dediquemos a algo tan supuestame­nte progre como es el cine, no estaría mal pensar qué podemos hacer para evitar estas situacione­s. Pero, sobre todo, trabajar para equilibrar la balanza, y que las mujeres no seamos siempre el eslabón débil de la industria cultural.

“Me gustaría compartir aquí que el director que me tocó las tetas dos veces y me vaciló no estaba enfermo ni era un loco”.

Por último, me gustaría compartir aquí que el director que me tocó las tetas dos veces y me vaciló, no estaba enfermo ni era un loco: era un hombre agradable y respetado, de esos que tienen familia y amigos y se acuerdan de sus cumpleaños, que celebran la Navidad, y que, ahí está el problema, han sido educados en el machismo. Como también lo fueron los que estaban allí presentes y no reaccionar­on. Como lo es casi todo el mundo. Como lo he sido yo misma. Porque la cultura y la educación que recibimos lo son: machistas. He dicho cultura, sí: sobre los contenidos tenemos que pararnos a reflexiona­r también. Pero eso lo dejo para otro artículo, no vaya a ser que este acabe perjudicán­dome en mi carrera.

*Leticia Dolera es actriz y directora.

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