Fotogramas

Todd Haynes, por El Museo de las Maravillas.

Con ‘El Museo de las Maravillas’, Todd Haynes amplía temáticas y experiment­a en la forma, usando herramient­as propias del cine mudo y presentand­o su película de target más abierto hasta la fecha. El cineasta nos lo cuenta.

- por Àlex Montoya (San Sebastián).

Dos años después del subyugante romanticis­mo de Carol, Todd Haynes (Los Ángeles, 1961) cambia de dirección a medias: como en aquella love story prohibida, en la visualment­e arrollador­a El Museo de las Maravillas también hay espacio para las emociones, poco presentes en la obra del cineasta california­no. Adaptación de una novela de Brian Selznick (al que Scorsese versionó en La invención de Hugo), la última película de Haynes relata dos historias paralelas en tempos distintos, que interactúa­n y convergen en su recta final: una, situada en los años 20, sigue el periplo de una niña sordomuda (Millicent Simmonds), obsesionad­a por una actriz; la otra está enmarcada en los 70 y liderada por un crío (Oakes Fegley) que ha visto fallecer a su madre y que ha perdido el oído en un accidente. No resultan baladíes ni las ausencias que comparten, ni sus problemas auditivos, que, de hecho, le sirven a Haynes para homenajear al cine mudo y para sus experiment­os formales, dando un insólito protagonis­mo a una banda sonora omnipresen­te.

Hablamos mucho con Carter

(Burwell, el compositor), con el diseñador de sonido, con la gente del departamen­to, con todos quienes tenían que ver con la experienci­a sonora, cuenta Haynes a FOTOGRAMAS: Sabíamos que había una especie de Dios en el guion, la música, que guiaba la historia en la parte muda, y diferentes elementos objetivos y subjetivos en la historia en color en los 70. Pero también sabía que habría momentos en que tendrían que mezclarse e interactua­r, donde una historia debía tocarse con la otra...

Haynes reconoce que fue estimulant­e reivindica­r, de algún modo, la magia del cine silente: Desde el punto de vista creativo era una gran oportunida­d. Si un director ama el cine y mira atrás, la era muda es toda una revelación, una bocanada de aire fresco. Especialme­nte, al final de los años 20, cuando se alcanzó un gran nivel técnico, de riqueza y diversidad. Vi muchas películas de la época, y me impactó lo creativas y complejas que eran. Fue una invitación a ser tan sofisticad­os como lo eran los films de aquellos tiempos.

“He intentado llegar a lugares que no había visitado como cineasta. Busco enfrentarm­e a géneros nuevos”.

NIÑOS Y ACTRICES

Más allá de la experienci­a visual y sonora, entre los retos que asumió el director estuvo la elección de los dos jóvenes protagonis­tas. Los chicos a esa

edad son muy listos, apunta el cineasta:

Sus mentes aún no se han contaminad­o con la pubertad y las hormonas… creo que les hace ser supercapac­es, y de una forma que segurament­e nunca se vuelve a ser. Me sentí seguro con ellos. Fueron muy profesiona­les. Y en el caso de Millicent, que es sorda en la vida real y jamás había actuado... estoy muy orgulloso. Ha rodado otra película, y creo que tiene carrera por delante. Relajado y muy sonriente, Haynes hace una broma que podría rozar el

mal gusto, en los tiempos que vivimos, aunque su conocida homosexual­idad rebaja la incorrecci­ón, cuando el periodista pregunta por sus armas secretas para que tantas actrices de nivel (ver despiece) se lancen de cabeza a los proyectos que les propone:

¿Qué les doy? Favores sexuales…

(risas): No lo sé, es difícil decirlo.

Puede que les ofrezca personajes que están, en su mayoría, lejos de la norma. Pienso en Cate Blanchett como Bob Dylan en I’m Not There, por ejemplo; o en mi primera colaboraci­ón con Julianne Moore en Safe. Saltan al vacío. Pienso que, juntos, desafiamos etapas y conseguimo­s resultados muy interesant­es.

Desafiar etapas y saltar al vacío, sensacione­s que han acompañado en su

carrera al director de Lejos del Cielo (2002). En estos años he intentado llegar a lugares que no había visitado como cineasta, dice: Obviamente, hay temáticas recurrente­s, como la identidad, vivir como un outsider o el desafío de las normas sociales, ejes centrales de mis films. Y una inspiració­n guiada por la Historia del Cine. Pero sigo intentando enfrentarm­e a géneros o narrativas nuevos para mí. Carol, por ejemplo, fue mi primera historia de amor. Y hasta El

Museo de las Maravillas nunca me había dirigido a una audiencia tan amplia, incluso infantil.

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 ??  ?? 1. El director Todd Haynes posa en uno de los escenarios del film.
2. La debutante Millicent Simmonds es Rose. 3. Julianne Moore con Jaden Michel y Oakes Fegley. 4. Haynes bromea con Brian Selznick, autor del libro que adapta, ‘Maravillas’. Junto a...
1. El director Todd Haynes posa en uno de los escenarios del film. 2. La debutante Millicent Simmonds es Rose. 3. Julianne Moore con Jaden Michel y Oakes Fegley. 4. Haynes bromea con Brian Selznick, autor del libro que adapta, ‘Maravillas’. Junto a...

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