DEL SECUESTRO AL ESCÁNDALO
En ‘Todo el dinero del mundo’ conviven dos secuestros: uno, el que recrea, con el nieto del hombre más rico del mundo como víctima. El otro, el que podría haber acabado con la película en un cajón si Ridley Scott no hubiera decidido rehacerla, tras el esc
Sólo tres o cuatro realizadores en el mundo habrían sido capaces de algo así. Pero sólo uno tuvo los huevos de hacerlo. Son las palabras de Tom Rothman, al frente de los estudios Sony, resumiendo lo que podía haber sido el mayor desastre cinematográfico del año. Todo el dinero del mundo ya estaba acabada, y a punto de ser mostrada a los medios, cuando el escándalo Harvey Weinstein sacudió los cimientos de Hollywood. Y con él, el de Kevin Spacey, acusado de avances sexuales no consensuados por numerosos hombres, algunos incluso cuando eran menores de edad. Yo no me meto en la vida de nadie, resume Scott a FOTOGRAMAS sin querer entrar en detalles sobre la moralidad del protagonista de la serie House of Cards, al que contrató para el papel del magnate J. Paul Getty. Pero no iba a dejar que las acciones de una persona empañaran el gran trabajo del resto, añade. Es lo que hubiera ocurrido si no hubiera reaccionado. En cuanto estalló el escándalo, los estudios Sony retiraron Todo el dinero del mundo de su premiere en el AFI, trampolín hacia los Oscar, y su estreno quedó en entredicho. La película estaba gafada. Pero Scott es un hombre de acción...
El director desmontó la película que había finalizado, y, en sólo ocho días, rodó de nuevo, en Roma y Londres, todo lo que necesitaba con una única diferencia: Christopher Plummer sustituía a Spacey en todas sus escenas como Getty. Fue como cuando mi hija me dijo que se hacía un tatuaje. ¿Me lo pregunta o me lo afirma?, compara Rothman, con humor, el momento en el que el director le propuso su locura. Scott asegura que no tuvo queja de Spacey, y que los dos actores fueron elecciones suyas. Escogí a Spacey por su popularidad, porque, al final, mi trabajo es poner culos en las butacas, dice a las claras, conocedor de la dificultad de hacer películas que no son para adolescentes. Pero el realizador se quedó encantado del aire altanero (de halcón, dice) que aportó el sustituto.
LA OTRA POLÉMICA
Todo el dinero del mundo nos lleva de viaje hasta uno de los casos que más páginas de la crónica negra llenó en la década de los 70: el del secuestro del joven John Paul Getty III, heredero de una multimillonaria saga, por parte de la mafia calabresa. Fue un suceso muy conocido para mi generación, dice Ridley Scott, con el que podía mostrar la desintegración de
una familia. Lo que ocurre cuando la fortuna pasa de generación en generación.
En su titánica tarea de replantear el film (para lo que fue fundamental su costumbre de tenerla dibujada al milímetro en sus detallados storyboards, con cada movimiento de cámara y cada plano), Scott volvió a contar con Michelle Williams (que da vida a la madre de la víctima) y con Mark Wahlberg (que encarna a un ex agente de la CIA y asesor de Getty). Ambos sacrificaron sus vacaciones de Acción de Gracias para participar en este hito, del cine y del movimiento #MeToo, solidario con las víctimas de abusos sexuales o de poder.
Pero polémica llama a polémica: por este trabajo extra, según publicaba el
USA Today, Wahlberg se embolsó 1,5 millones de dólares, mientras su compa- ñera apenas cobró 80 dólares de dieta diarios (para un total que apenas llegó a los 1.000). Un nuevo revuelo para el hiperactivo cineasta, que ya trabaja en la enésima precuela de Alien, en The
Cartel (sobre el narcotraficante Chapo Guzmán) y en La Batalla de Inglaterra.
Ninguna tecla se le resiste. Me falta un western, pero no se llevan. Soy un chaval en una tienda de juguetes. Y lo que me gusta es correr riesgos. Hacer algo que no haya hecho. Nada me estresa. Al revés, me pone, confiesa: 4.000 anuncios, 30 películas, 200 producciones de cine y televisión... como director, lanzo pelotas en todas direcciones.
SPACEY VS. PLUMMER
Volviendo al affaire Spacey, su sustituto nunca vio el trabajo del oscarizado actor, para no contaminarse. Los actores somos egoístas por naturaleza. Me alegré de haber conseguido mi papel. y no me preocupó el resto, asegura un Plummer que, a sus 89 años, dice estar viviendo su tercera edad de oro.
De hecho, Scott no piensa permitir que nadie vea la primera versión: Que Spacey me llamara me hubiera parecido de lo más normal, pero no ocurrió. Hizo un trabajo fantástico, con el mejor maquillaje que he visto nunca. Pero la película es la que es ahora, y no creo que nadie deba de ver lo que hicimos antes. Sólo Gail Harris (la madre del secuestrado real) vio el
montaje original. Los Getty han seguido atentamente el rodaje, aunque sin entrometerse en ninguna decisión, dice Scott.
Y remata: Hace 20 años, hice Tormenta
blanca. Acabado el rodaje, me encontré en un restaurante a uno de los actores, Balthazar Getty, que me presentó a su padre. Era J.P. Getty III, la misma persona sobre la que acabo de rodar esta película.
ESTRENO: 23 FEBRERO
“La película es la que es, y nadie debe ver lo que hicimos antes con Spacey”. Ridley Scott, director