Fotogramas

AMADO MONSTRUO

Con el León de Oro, el Festival de Venecia se rindió ante esta declaració­n de amor hacia el cine fantástico clásico que es ‘ La forma del agua’, tal vez el proyecto más personal de Guillermo del Toro. Compartimo­s, en una charla con él, esa pasión.

- Por Fausto Fernández (Sitges).

Está siendo un día agotador en el Festival de Sitges para Guillermo del Toro (Guadalajar­a, México, 1964), pero él se lo toma con filosofía e inagotable energía. FOTOGRAMAS le acompaña desde una proyección especial de Suspiria (1977) junto a su director, Dario Argento, a una entrevista televisiva. Sentados a su lado en un sofá de la sala VIP, el autor de ese generoso poema a la fantasía y el fantástico que es La forma del agua come uvas (parezco Charles Laughton o Peter Ustinov en una de romanos, ríe) y nos regala casi tres cuartos de hora de charla, siempre sincera, siempre cinéfila, siempre apasionant­e.

RESPIRAR BAJO EL AGUA

La forma del agua es producto de una crisis personal y profesiona­l, lo que, en el caso de los directores, es casi lo mismo. Guillermo del Toro abre su corazón y se confiesa: Peso más de 100 kilos, tengo 53 años, el cine ha vampirizad­o mi vida… De repente, parpadeas, y tu hija menor tiene 16 años, ves que tu último gran esfuerzo, La Cumbre Escarlata (2015), ha fracasado, que pocos la han entendido, y eso duele. Se te pasa por la cabeza abandonar, y, entonces, te llega la idea de La forma del agua. Para mí, ha sido un salvavidas. Una tabla de salvación muy jodida porque lo he apostado todo a ella, y es así. No sólo no cobré un sueldo como director, sino que invertí dinero ➔

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