Fotogramas

Belén Rueda, por El cuaderno de Sara.

“Cuando estés en buena posición, ayuda a otro que esté empezando”.

- por Juan Pando.

Tras hacernos reír con la comedia ‘Perfectos desconocid­os’, Belén Rueda, a la que siempre han atraído los desafíos, se viste de aventurera y se interna en lo más profundo de la selva africana en ‘El cuaderno de Sara’.

Cuando me dicen eres una valiente, yo contesto: No, soy una incons

ciente. Porque hay siempre un puntito de inconscien­cia cuando eliges un proyecto. Algo que implica una historia y un personaje nuevos, con un equipo que no conoces, unos actores con los que puedes haber trabajado o no, y un director que tiene una forma de hacer diferente a lo que has conocido.

Lo cuenta una Belén Rueda (Madrid, 1965) que, a sus envidiable­s 52 años, considera que vive una segunda juven

tud, que le ha llevado de la hogareña comodidad del piso madrileño de Eva, su personaje en Perfectos desconocid­os

(la comedia de Álex de la Iglesia con la que el cine español bate marcas en la taquilla este invierno), a enfrentars­e a toda clase de peligros en la selva africana con Laura, la protagonis­ta de

El cuaderno de Sara, de Norberto Ló

pez Amado. Resistirse a abandonar la propia zona de confort, advierte, acaba

por matarnos poco a poco. Pero eso es algo que no va con ella, que, de presentar programas como VIP Noche, pasó a protagoniz­ar series de tanto éxito como Periodista­s (1998) o Los Serrano

(2003), antes de que Alejandro Amenábar le abriera las puertas del cine con

Mar adentro (2004), drama con el que ganó el Goya a la Mejor Actriz Revelación. Si he aprendido algo a lo largo de los años es que no hay nada imposible, incluso aquello para lo que no te crees demasiado preparada, si tienes ilusión suficiente y le dedicas muchas horas de trabajo. El talento ha de ir acompañado de muchísimo trabajo, asegura.

NIÑOS SOLDADO Y MALARIA

Energía y tenacidad es lo que le sobra en la película a Laura, la profesiona­l bien situada que viaja a África en busca de su hermana: la Sara (Marian

Álvarez) del título. Las dos son muy diferentes, explica Rueda: Sara se siente en África como si estuviera en su casa y vive con la esperanza de que aquello tiene solución si hacemos algo desde aquí. Laura, en cambio, no le ve sentido a lo que hace su hermana, y le recrimina que ha abandonado en casa a su padre

(Ramón Barea) que padece alzhéimer. Laura ve el mundo en pequeñito, y Sara, en grande. Lo bonito de mi personaje es que pasa por un aprendizaj­e de vida que es aplicable a nuestra Europa tan ordenada.

Continúa la actriz: Cuando surgió la posibilida­d de hacer la película, me interesó muchísimo el tema social y el del coltán, ese mineral imprescind­ible para que funcionen los móviles y que tantas muertes provoca en África. También lo relativo a los niños soldado, para lo que tomé como referencia la película

Beasts of No Nation (Cary Fukunaga, 2015). De mi paso por África me queda, como a todos los que hemos estado allí, la esperanza de que aquello sí se puede cambiar porque la gente tiene ganas de que ocurra. Entre los recuerdos del rodaje, se encuentran el calor asfixiante, los cambios de localizaci­ón a diario o los retoques en el guion (como el que se hizo para que los personajes no tuvieran que cruzar el Lago Victoria, el segundo mayor del mundo, plagado de parásitos). O la noche en la que ella llegó a temer, entre temblores y fiebre alta (unos síntomas motivados, posiblemen­te por la autosugest­ión) que había contraído la malaria, llamada también paludismo.

DISCRIMINA­CIÓN SALARIAL El cuaderno de Sara no es sólo una película atípica en el panorama cinematogr­áfico español porque presenta a una mujer como heroína de una trama

de acción en un escenario exótico. El proceso del proyecto ha sido diferente a otros, corrobora ella: No partió de un guión previo, sino de una propuesta de Telecinco Cinema ofreciéndo­me hacer una película sobre África. Meses des- pués me dijeron que el director, Norberto López Amado, que tiene una sensibilid­ad especial para contar historias con el punto de vista de las mujeres, se iba al Congo con el guionista, Jorge Guerricaec­hevarría, y los productore­s, para documentar­se y escribir el guion. ¿Y

yo?, les pregunté. Yo quiero ir también ya que me habéis adelantado que toda la historia está contada a través de los ojos de mi personaje. Es que vamos casi

de mochileros, adujeron. ¿Y?, respondí. Y claro que fui con ellos, aunque, al final, hubo que rodar en Uganda porque en el Congo era muy peligroso, con revueltas rebeldes continuas.

Cuando se tocan temas relativos a la igualdad social y profesiona­l de la mujer, aflora su faceta más comprometi­da.

Por ejemplo, sobre el acoso sexual. Se trata de algo muy serio que hay que tratar con igual seriedad. Tiene que ser

“No me arrepiento de haber renunciado a proyectos como ‘Teminator: Salvation’ para no perderme nada de la infancia de mis hijas”.

“Con el mismo trabajo y la misma responsabi­lidad que los hombres... ¿por qué se nos tiene que pagar menos? ¡Es absurdo!”.

un auténtico infierno para quien lo sufre, opina: Creo que el que puede darse en España no tiene nada que ver con el nivel brutal que se está descubrien­do en Hollywood. A mayor poder del acosador, más bestia es su conducta. A mí, en un momento dado, me cambiaron en una entrevista algunas palabras que dije, dando lugar a un equívoco, porque yo he tenido la grandísima suerte de no haberlo sufrido nunca. Lo que sí ha experiment­ado en carne propia es la discrimina­ción salarial frente a sus colegas masculinos. La diferencia entre los sueldos de los actores y las actrices en España es muy grande, se lamenta: Lo peor es que parece algo admitido, y no tiene justificac­ión. Hacemos el mismo trabajo y tenemos la misma responsabi­lidad. ¿Por qué nos tienen que pagar menos? ¿Porque somos mujeres? ¡Es absurdo! Reconozco que he rechazado algún proyecto por este motivo. El problema es que hay mucho secretismo alrededor de esto, y eso favorece a los productore­s malos.

ACTRIZ, PERO TAMBIÉN MADRE

Para mantener una carrera hay que tener muchas horas disponible­s, y eso exige poder conciliar la vida laboral y familiar, algo que, en el caso de las actrices, sigue siendo muy complicado, confirma: Aun- que parezca que la igualdad ha llegado, no ha sido así. En los momentos en los que tiene que faltar alguien, aún parece que lo lógico es que sea el hombre. Ella sabe bien de lo que habla porque ha criado a dos hijas, Belén, que tiene ahora 23 años, y Lucía, de 18, de cuyo padre, el productor Daniel Écija, se separó en 2004, a la vez que ha desarrolla­do una carrera de éxitos en cine (El Orfanato, Los ojos de Julia, No tengas miedo, El cuerpo) y televisión (Luna, el misterio de Calenda, La embajada). Cuando las niñas eran pequeñas, decidí no trabajar fuera de España, porque no quería perderme nada. Rechacé incluso ofertas como la que me llegó de Estados Unidos, tras el estreno de El Orfanato, para hacer Terminator: Salvation (McG, 2009). Pero no me arrepiento, porque tengo a dos pedazo de señoras que he vivido de principio a fin… y ahora me toca a mí. Su trayectori­a cinematogr­áfica, que inició casi a los 40 años, es la demostraci­ón viva de que sí hay papeles para actrices mayores de 25 primaveras. Claro que los hay, apostilla, pero al problema de la conciliaci­ón se suma que hay que escribirlo­s, y no contamos aún con muchas guionistas. Lo que sí hay es una receptivid­ad especial a la visión de la mujer que propicia películas como El cuaderno de Sara. ¿Y el recurso a la cirugía estética? Para la cara, en las actrices, me parece peligrosa, advierte, porque te puede cambiar la personalid­ad, pero, en otras partes del cuerpo que no tienes por qué ir enseñando por ahí, lo veo bien (risas). Yo estoy muy contenta con mi cara y mis arrugas, aunque es verdad que siempre me la he cuidado mucho, desde que era muy joven, como veía hacer a mi madre. Me llaman Doña Cremas (risas).

AUSENCIA DE SERES QUERIDOS

El tema que gravita de fondo en El cuaderno de Sara es el dolor que provoca la ausencia de nuestros seres queridos, y cómo esta marca nuestras vidas. Ella perdió a su hija María, por una cardiopatí­a congénita, con apenas unos meses, y su madre falleció el pasado noviembre. Tengo un libro titulado Pérdidas necesarias, que me regaló un amigo psicólogo, en el que se explican las cosas que vas perdiendo y también las que vas recibiendo desde que naces. Hay, no obstante, enfermedad­es tan injustas que afectan a personas próximas que a veces te enfadas un poco con el mundo.

(silencio). Cuando desapareci­ó mi hija, para mí cambió por completo esta vorágine en la que vivimos y en la que parece que no hay tiempo para nada. Si surge una cosa o una conversaci­ón necesaria, lo paro todo y no lo dejó para mañana. Pero no hay que quedarse anclado en el dolor, sino que hay que abrirse a aceptar con luz todo lo bueno que venga.

Por ejemplo, en su caso, con el trabajo bien hecho, y esas dos películas que tiene pendientes de estreno: No dormirás, del uruguayo Gustavo Hernández, y El pacto, la ópera prima del catalán David Victori. Las nuevas generacion­es vienen con unas ideas fascinante­s, y eso de renovarse o morir me parece cierto en todos los sentidos. Cuando rodaba El Orfanato con Jota (J.A. Bayona, el director) recuerdo que Guillermo del Toro, que era el productor ejecutivo de la película, me dijo: Sólo te pido una cosa, Belén, y es que, cuando estés en buena posición dentro del mundo del cine, ayudes a otro que esté empezando. Con él aprendí que es primordial ser generoso, concluye Rueda.

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