Yo, Tonya. Margot Robbie, escándalo sobre hielo.
Tras abofetear a Leonardo DiCaprio en ‘El Lobo de Wall Street’ o ser el arma de seducción masiva de ‘Escuadrón Suicida’, Margot Robbie busca su medalla de oro con ‘Yo, Tonya’, una hilarante y cáustica sátira que también produce y que lleva al cine uno de
El 6 de enero de 1994, la patinadora artística Nancy Kerrigan fue agredida en la pierna cuando se entrenaba para los campeonatos de Estados Unidos de patinaje sobre hielo en Detroit del que saldría la selección que concursaría en los inminentes Juegos de Lillehammer. Cinco días después, y en medio de un circo mediático que ocupó portadas y abrió informativos de todo el mundo, el FBI detenía al asaltante: Shane Stant, un matón contratado por Jeff Gillooly y Shawn Eckhard, el ex marido y ex guardaespaldas respectivamente de Tonya Harding, la vencedora del torneo, gran rival de Kerrigan en la pista y futura compañera en el equipo olímpico. El escándalo fue mayúsculo. Y Harding se convirtió en la mujer más odiada del planeta.
LA REALIDAD SUPERA LA FICCIÓN
Margot Robbie (Dalby, Australia, 1990) tenía 3 años y medio, y vivía a casi 15.000 kilómetros de distancia, cuando El Incidente (como se bautizó el suceso) tuvo lugar. Puede que fuera por eso y porque en Australia, por razones obvias, somos más de surf y voleibol en la playa, que no tuviera ni idea de quiénes eran Tonya, Jeff o Nancy Kerrigan, cuenta la actriz a FOTOGRAMAS: La primera vez que leí el guion di por supuesto que era ficción. Nunca imaginé que se basaba en un hecho real. Pensé que Steven (Rogers, el guionista) era un genio por haber creado estos personajes tan poco convencionales y una trama tan descabellada y, al mismo tiempo, reveladora. Malos tratos, la malsana atracción de la fama, problemas de clase... Pero, pensándolo mejor, creo que de haber sido ficticios, no se habría ido tan lejos, se habrían suavizado... Y la vida real no es suave, no es sutil. Es mucho más loca que cualquier película. También creo que fue una suerte que no supiera nada, porque mi primera impresión fue sin prejuicios. Eso es algo que le dije a Tonya cuando la conocí, una semana antes de que arrancara el rodaje, con todo mi trabajo de preparación ya hecho. Conocerla no cambió cómo veía yo el papel, pero necesitaba decirle que, pese a que explicábamos su historia, no la interpretaba a ella, sino a una versión dramatizada. Para mí hay una clara separación entre ambos conceptos. Quería decirle que no estábamos haciendo un documental sobre su vida. Pensé que eso quizás la ayudaría cuando viera la película terminada.
LA LISTA NEGRA
El guionista Steven Rogers del que nos habla Robbie es conocido en los bastidores de Hollywood como un eficiente artesano de la rom-com. Suyos son los guiones de Siempre queda el amor (F. Whitaker, 1998), Quédate a mi lado (C. Columbus, 1998), Kate & Leopold (J. Mangold, 2001) o Posdata: Te quiero (R. LaGravenese, 2007). Tras el fracaso en taquilla y las malas críticas de su última comedia, Navidades, ¿bien o en familia? (J. Nelson, 2015), decidió que había llegado el momento de reinventarse.
Y la oportunidad para ese cambio vino después de ver The Price for Gold (2014), un documental que arrojaba más preguntas sobre el enfrentamiento Harding vs. Kerrigan. Decidido a encontrar las respuestas, Rogers entrevistó por separado a Tonya y a su ex marido, Jeff Gillooly, y,
“La vida real no es suave, no es sutil. Es mucho más loca que lo que vemos en cualquier película”.
Margot Robbie, actriz
sorprendido por la naturaleza de los hechos y las abismales diferencias entre sus versiones, lo convirtió en una sátira descarnada con múltiples puntos de vista y tonalmente esquizofrénica. A finales de 2016, la Black List, una lista en la que profesionales del sector escogen los 20 mejores guiones del año sin producir, se hizo eco de Yo, Tonya,
y la máquina empezó a funcionar. Lo leí mucho antes que se hiciera pública la lista, recuerda Robbie, y, al instante, quise hablar con Steven del proyecto. Tenía dos misiones. La primera, convencerle que, pese a tener 27 años y que el film muestre a Tonya desde los 15 hasta los 44, yo era la indicada para interpretarla. La segunda, que también era la indicada para producir la película.
Robbie salió victoriosa de ambos retos.
LA DOBLE VIDA DE MARGOT
Los proyectos que me interesan como actriz y como productora acostumbran a ir de la mano, cuenta la australiana, que, en 2014, formó junto a su hoy
marido Tom Ackerley la compañía
LuckyChap Entertainment: Siento que producir e interpretar son dos facetas complementarias. Cuando levantas un proyecto, ya estás trabajando en tu personaje. Y muy intensamente, así que producir te ayuda a interpretar. Y viceversa. Actuar te aporta mucho cuando ejerces como productora, porque eres consciente de aspectos que, muchas veces, sólo se tienen en cuenta cuando llega el rodaje. Como actriz me atrae que lo que se cuente se sienta original, que no tenga la sensación de haberlo leído antes. Guiones con personajes complicados, seres humanos en los que nos podamos reconocer, e incluso
de los que aprender algo de nosotros mismos. Eso es lo mismo que busco como productora. Historias que no me lo den todo hecho. No hay nada más genial que un film que te siga haciendo pensar una semana después de verlo. Robbie se involucró desde el primer momento en la producción. Respecto al fichaje de Craig Gillespie, autor de Lars y una chica de verdad (2007), como
director, dice: Fue el único que mostró un respeto sincero por los personajes, que no los etiquetó a la primera como basura blanca… Y su experiencia en el sector de la publicidad nos aseguraba un rodaje rápido y eficiente. También mimó la selección del reparto. Sebastian Stan (el encargado de interpretar al ex marido de Harding y conocido como el Soldado de Invierno del universo Vengadores)
es capaz de explotar emocionalmente, y, al instante, mostrarse indefenso y necesitado. El único rol que estaba dado de antemano era el de LaVona, la madre de Tonya, que Steven escribió a propósito para Allison Janney. Y no iba a ser yo la que intentara hacerle cambiar de idea, bromea.
Con un presupuesto de menos de nueve millones de euros, el rodaje arrancó a finales de enero de 2017.
Fueron 31 días muy intensos, recuerda
Robbie: A veces, las limitaciones te obligan a dar más de ti. Y la falta de tiempo y presupuesto confieren un look y una sensación de estar al límite que conectan con la esencia de la historia. No había dinero para más, pero, aquí, más dinero habría restado verosimilitud.
LA FAMA CREA MONSTRUOS
Si un tema subyace en el film es la reflexión sobre lo nociva que puede ser la notoriedad. ¡La fama es extraña! No hay forma de prepararse para lo que conlleva, ni tienes idea alguna de lo que supone hasta que te pasa a ti y lo vives en primera persona. Como
sociedad, tenemos un voraz apetito de escándalo, de empacharnos de polémicas y tragarnos el punto de vista que nos dan los medios. Eso nos convierte en cómplices de la vida de sus protagonistas, cuenta Robbie sobre Tonya, un personaje que, asegura, la
asustó, pero con el que he crecido como actriz. Si me ofrecen un personaje que, ya desde la primera lectura, sé cómo interpretaría, tengo claro que debo rechazarlo. Para un actor, sentirse cómodo es lo peor. Si estás cómodo, te estancas, no avanzas. Y, si no avanzas, no mejoras. Robbie también tiene respuesta cuando le recordamos que hay quien ve un paralelismo entre Yo, Tonya y
Monster (P. Jenkins, 2003), el film que le dio el Oscar a Charlize Theron. Si es por el cambio de look, ¡no estoy de acuerdo! En Suite Francesa (Saul Dibb, 2014) o en Z for Zachariah (Craig Zobel, 2015), ya interpreté personajes desprovistos de glamour… justo lo contrario que la Duquesa de El Lobo de Wall Street
(M. Scorsese, 2013), el rol con el que la gente me conoció. En ese momento necesitaba esos papeles para que no me encasillaran. Tonya es mi primer protagonista en solitario. La primera vez que la presión, la responsabilidad del éxito, reposa sobre mis espaldas. Por todo esto, sí siento que se abre un nuevo capítulo en mi carrera.
ESTRENO: 23 FEBRERO