Fotogramas

José Padilha, por 7 días en Entebbe.

José Padilha recrea, en ‘7 días en Entebbe’, el secuestro de un avión comercial rumbo a Tel Aviv. El director nos cuenta los secretos de la película desde la Berlinale, donde se presentó fuera de competició­n.

- por Sergi Sánchez (Berlín).

DE QUÉ VA: Junio de 1976. Unos terrorista­s propalesti­nos secuestran un vuelo de Air France de París a Tel Aviv. Después de aterrizar en Entebbe (Uganda), Israel se niega a negociar con ellos.

Nuevo ladillo cinefilia. Cuando repasamos la breve e intensa filmografí­a del brasileño José Padilha (Río de Janeiro, 1967), resulta evidente que la política corre por sus venas. Se notaba en Bus

174 (2002), su polémico debut en el documental; en Tropa de élite, Oso de Oro en la Berlinale 2008, y su secuela; incluso en su remake de RoboCop (2014) o en la serie Narcos (2015), de la que ha sido productor ejecutivo. Por eso, cuando el sueco Daniel Espinosa se bajó del tren en marcha por problemas de agenda, Padilha parecía una elección obvia para dirigir 7 días en Entebbe. Me gustan los temas que son reales y relevantes. Si haces una película sobre el secuestro en Entebbe, sabes que va a ser política, afirma en la suite del hotel Hyatt berlinés donde atiende a FOTOGRAMAS: No sigo una agenda porque no tengo una ideología. No creo ni en el capitalism­o de libre mercado que promulgó la escuela de Chicago, ni tampoco en el marxismo clásico. Creo que los dos están equivocado­s. Soy muy socrático. Sólo sé que no sé nada.

Preguntas incómodas. Cuatro años han sido necesarios pa- ra levantar un proyecto que nació en las oficinas de la productora Working Title, con Kate Solomon, que había trabajado estrechame­nte con Paul Greengrass en las exhaustiva­s labores de documentac­ión que alumbraron United 93 (2006) y Green Zone: Distrito protegido (2010), como principal impulsora: Kate entrevistó a algunos de los implicados, como el piloto Michel Bacos y el ingeniero de vuelo Jacques Lamoine. Hablamos con rehenes, soldados y académicos especialis­tas en el tema, como Saul Davis. He visto muchos reportajes, sobre todo, para informarme de la operación de rescate israelí, pero lo que más me ha servido son los testimonio­s directos de las víctimas. Cualquiera diría que Padilha se ha entrenado para rodar un documental sobre el tema, cuando a lo que aspira 7 días en Entebbe es a ser un thriller electrizan­te. Cuando le preguntamo­s qué tiene de documental esta película de encargo, se pone filosófico: Si te enfrentas a un proyecto que parte de un caso real, siempre trabajas con dos cuestiones básicas. Son la epistemoló­gica, que ilustra la relación entre la película y la realidad, y la dramatúrgi­ca, que se plantea cómo hacer que la historia real funcione como una

película. Estas cuestiones no entran en conflicto siempre que seas consciente de ellas. Lo importante es llegar al público, porque es el único modo de que se haga preguntas incómodas.

El ciclo del miedo No es la primera vez . que Padilha utiliza un secuestro para luego abrir el objetivo y desmenuzar lo que denomina las vísceras de la sociedad. En Bus 174, registró con crudeza el caso de un delincuent­e de las calles de Río de Janeiro que retuvo, pistola en mano, a los viajeros de un autobús urbano durante un aciago día de junio de 2000. Ahora, en 7 días en Entebbe, dramatiza un hecho capital en la historia del conflicto palestino: En la película, observo la relación entre los secuestrad­ores y los rehenes, y lo que ocurre en el gabinete israelí. La lucha entre el ministro de Defensa, Shimon Peres, y el primer ministro, Yitzhak Rabin. Cómo Peres no quiere negociar y quiere poner a Rabin entre la espada y la pared. Rabin quiere negociar, pero no puede, porque eso le costará un peaje político en Israel. Se trata de disecciona­r la complejida­d de una crisis, ponerse en la piel de todos los implicados, buscar una cierta objetivida­d en su retrato. En el conflicto de Israel y Palestina, hay un ciclo del miedo que los políticos perpetúan. Esta afirmación no es política, es un hecho. Por eso es tan difícil de resolver. Porque siempre habrá políticos que digan: Soy el que te va a defender del enemigo, voy a protegerte, voy a construir un muro entre Israel y Palestina. Es la posición clásica de la derecha, reflexiona el director.

La danza como metáfora Una de las . principale­s aportacion­es de Padilha al incorporar­se al proyecto fue añadir una coreografí­a (Echad Mi Yodea, de Ohad Naharin) que se intercala en el relato como simbólica metáfora de una guerra que se antoja eterna. En la escena, en un gesto de dolor, todos los bailarines se despojan de su vestido ortodoxo excepto uno, que es el que cae una y otra vez de la silla, cuenta Padilha: Para mí, el significad­o es evidente, y es que, si no nos liberamos de esa visión que nos dice que el palestino es el enemigo, nunca llegaremos a solucionar el conflicto. Con todo, el director de Tropa de élite insiste en que no le gusta tomar partido. De hecho, en el film, invierte mucho tiempo en humanizar a los terrorista­s, sobre todo a Wilfried Böse (Daniel Brühl): Existe la violencia y luego cómo la etiquetamo­s. No es lo mismo. Noam Chomsky ha escrito muchos artículos sobre el uso de la palabra terrorismo. Los secuestrad­ores de Entebbe eran terrorista­s. Querían matar a gente inocente por razones políticas. Inaceptabl­e, y también estúpido, porque lo que hicieron era lo contrario de lo que pretendían, reforzar al gobierno israelí. Pero, ¿acaso no eran seres humanos? 7 Days in Entebbe (USA, GB, 2017, 107 min.). DRAMA.

“No creo en el capitalism­o ni en el marxismo. Creo que los dos están equivocado­s. Soy muy socrático. Sólo sé que no sé nada”. José Padilha, director

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Brigitte Kuhlmann y Wilfried Böse, dos radicales alemanes de izquierdas que participan en el secuestro con dos palestinos.
Nonso Anozie es Idi Amin Dada, presidente de Uganda. Rosamund Pike y Daniel Brühl son Brigitte Kuhlmann y Wilfried Böse, dos radicales alemanes de izquierdas que participan en el secuestro con dos palestinos.
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El director brasileño José Padilha en el set.
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Marsan y Lior Ashkenazi son Shimon Peres e Yitzhak Rabin.
Eddie Marsan y Lior Ashkenazi son Shimon Peres e Yitzhak Rabin.

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