2001: Una odisea del espacio. 50 años de monolito.
La película que transformó el paisaje de la ciencia-ficción cinematográfica cumple 50 años. Una obra maestra que, con la misma radicalidad con que su icónico monolito determinó la evolución del homínido al superhombre, abrió un inagotable horizonte de pos
1 LA CIENCIA-FICCIÓN ES UNA COSA MUY SERIA
Con Arthur C. Clarke como cómplice, Kubrick demostró que el cine futurista podía ponerse al servicio de la indagación filosófica y abrió la puerta a las grandes producciones de ciencia-ficción adulta que llegarían más tarde: de Encuentros en la Tercera Fase (Steven Spielberg 1977) a Interstellar (Christopher Nolan 2014), sin olvidar Blade Runner (Ridley Scott, 1982), Brazil (Terry Gilliam, 1985) o Contact (Robert Zemeckis 1997). Todas ellas, capaces de unir asombro espectacular y vértigo reflexivo. Sí, otra cienciaficción era posible.
2 LA EDAD DE ORO DEL EFECTO ESPECIAL
El imponente crucero imperial que surca la pantalla al comienzo de La Guerra de las Galaxias (George Lucas, 1977) era una intencionada hipérbole de un momento no menos mágico: la ceremonial aparición del Discovery en la inmensidad del cosmos en 2001: Una odisea del espacio. Invocando el genio pionero de Méliès para el truco óptico, la película inauguró un star-system de los técnicos de efectos especiales que tendría en Douglas Trumbull y John Dykstra a sus dos principales referentes. Como demuestra el Gravity (2013) de Alfonso Cuarón, también la revolución digital ha sabido recoger el testigo de la ciencia-ficción hiperrealista.
3 EL LADO OSCURO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
En el Roy Beatty de Blade Runner, el David de A.I. (S. Spielberg, 2001), la Samantha de Her (S. Jonze, 2013), la Ava de Ex Machina (A. Garland, 2014) e incluso el Johnny Depp que vuelca su censo neuronal en un disco duro en Transcendence (W. Pfister, 2014), resuenan los ecos de la voz gélida e inquietante de HAL 9000, mente de síntesis capaz de levantar acta de la caducidad humana. La era de la conquista del espacio daría paso a la de la constatación de los límites: los de una Humanidad capaz de diseñar los instrumentos (psicóticos o melancólicos) de su propia destrucción.
4 CHASCARRILLOS EN LA INMENSIDAD DEL COSMOS
Una película con la autoconciencia de su importancia y con la premeditada ampulosidad de
2001: Una odisea del espacio no pudo evitar convertirse en diana de los graciosos de la clase. En La loca historia del Mundo (1981), Mel Brooks aprovechó el prólogo del Amanecer del Hombre para proponer el más aparatoso gag de masturbación jamás rodado. En
Homer en el espacio exterior (1994), de la 5ª temporada de Los Simpson, el ballet aeroespacial a los acordes de El Danubio Azul dio pie a una coreográfica e hilarante set-piece con Homer poniéndose fino de patatas onduladas en gravedad cero.
5 EXPRESANDO LO INEXPRESABLE
¿Se habría abismado el octavo capítulo de la tercera temporada de Twin Peaks (2017) en el interior de un hongo atómico de no existir el precedente del viaje interdimensional del desenlace de 2001: Una odisea del espacio? Probablemente, no. La tradición del cine experimental no figurativo llegaba a las imponentes pantallas de 70mm., territorio tan poco afín a esos extremos expresivos como esa nueva ficción televisiva de David Lynch. Si toda experiencia audiovisual concebida como viaje lisérgico/ transformador desciende del tronco kubrickiano, ¿no son films tan distintos como La Montaña Sagrada (A. Jodorowsky, 1973), Arrebato (Iván Zulueta, 1979),y Enter the Void (Gaspar Noé, 2009) también sus hijos?
6 OTRO MODELO DE GUERRA FRÍA
El cine de ciencia-ficción no se articuló como género en toda regla hasta los años 50, cuando sirvió como instrumento de evasión en tiempos de Guerra Fría y frenética carrera espacial. Incluso con la mayoría de edad para el género que supuso 2001: Una odisea del espacio, esa dinámica competitiva no desapareció: en su momento, la monumental Solaris (1972), de Andrei Tarkovsky, se promocionó como la respuesta soviética al film de Kubrick. Adaptación de una novela de Stanislaw Lem, su poética era otra; su excelencia, comparable; y su elemento en común: explorar el género como herramienta filosófica.
7 HACIA LA OMNIVISIÓN
El formato 70 mm. transmitía un claro mensaje a los espectadores de 1968: la pantalla de una sala podía ser una puerta abierta a la infinitud del Universo. Tras trabajar con Kubrick, Douglas Trumbull no dejó se experimentar para subir la apuesta, desarrollando el frustrado sistema Showscan para su Proyecto Brainstorm (1983) y, más tarde, integrándose en la IMAX Corporation. Visionario, Kubrick esbozó algo que hoy empieza a ser tangible: la total inmersión que proporcionan las nuevas tecnologías VR con sus experiencias en 360 grados.