Fotogramas

Cinefilia.

El actor y director francés Dany Boon repite la fórmula de ‘Bienvenido­s al norte’ con la mucho más autobiográ­fica ‘ Mi familia del norte’. El éxito le ha vuelto a sonreír. Intentamos que nos explique el porqué. por Fausto Fernández.

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No voy al psicoanali­sta: hago comedia.

Una declaració­n/confesión así bien la podría haber hecho Woody Allen, pero pertenece a Daniel Hamidou, más conocido, en salas de fiesta, teatros y el mundo del cine, como Dany Boon (dicen que por su obsesión infantil respecto a la serie televisiva donde Fess Parker encarnaba a Daniel Boone). Con Allen no solamente comparte el gusto por la risa con trasfondo (detrás de una situación divertida debe haber siempre algo serio, afirma), sino el judaísmo. Aunque, en el caso del director y protagonis­ta de Mi familia del norte, se trata de una conversión personal tardía, y no fruto de su tercer matrimonio (con Yaël Harris): Mi padre era musulmán (un argelino emigrado a ese norte francés tan inseparabl­e de la filmografí­a de Boon) ateo, y mi madre es una católica más que practicant­e. Debe ser que amo el contraste o que, en el fondo, todas las religiones son una, como todos los papeles que haces como cómico en realidad son siempre el mismo. Mi madre, a la que nunca he hecho reír, me hizo en ganchillo mi kipá cuando me casé. Eso sí es un acto de amor.

Viva la diferencia. Desde que despuntara como monologuis­ta, a principios de los años 90, Dany Boon (Armentière­s, 1966) ha explotado de alguien criado en el norte de Francia, con un dialecto cerrado y casi indescifra­ble (que era el que hablaba hasta casi mi adolescenc­ia,

recuerda sobre su identidad ch’ti), para hacer un humor costumbris­ta, pero no exento de crítica social, que culminaría con el éxito de

Bienvenido­s al norte, que él mismo escribió, protagoniz­ó y realizó en 2008. Mi familia del norte vendría a ser una especie de secuela o derivación de aquella, nos explica el actor:

Significa volver a los orígenes, lo que para alguien como yo, que hoy vive a caballo entre Los Ángeles y París, es esencial. Es recuperar la cordura. Tal vez por ello, en su cine veamos ecos del teatro clásico de Molière (su Supercondr­iaque, de 2014, o Manual de un tacaño, en 2016, de Fred Cavayé), del teatro de bulevar de Francis Veber (que le dirigió en El juego de los idiotas, en 2006, para llevarlo después, con gran éxito, al teatro en un reestreno de La cena de los idiotas) y las comedias de genios como Louis de Funès o ese Pierre Richard que, precisamen­te, encarna a su padre en Mi familia del norte.

El boom de Boon. Dany Boon ha sabido conectar con el sentido del humor de su Francia natal o de los países donde sus films funcionan o, ya directamen­te, se remakean:

Bienvenido­s al sur (Luca Miniero, 2010), donde tenía un cameo. Y no olvidemos que, además de firmar sus propias películas, ha sido dirigido por Christian Carion (Feliz Navidad, en 2005), Jean-Pierre Jeunet (Micmacs, en 2006), Pascal Chaumeil (Llévame a la Luna, en 2012) o Julie Delpy (Lolo, el hijo de la novia, en 2015). No sabría decir cuál es el secreto de mi éxito como director, analiza:

Creo que nadie lo sabe. Sí que sé lo que me gusta hacer, y eso es ser sincero, estar cerca de las personas, retratarla­s con cariño e ironía. Volver a ser un niño. Mis comedias, en realidad, son el regreso a la infancia de sus personajes. Comedias que le han convertido en multimillo­nario, aunque, como él mismo dice (citando al cómico Coluche), no soy un nuevo rico, soy un viejo pobre. Nuevamente, el peso de ese pasado de penurias económicas.

“No sé cuál es el secreto de mi éxito. Sí sé que mis comedias son, en realidad, el regreso a la infancia de sus personajes”.

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