Drama.
★★★★★
Disodedience (USA, 2018, 113 min.). Dir.: Sebastián Lelio. Int.: Rachel Weisz, Rachel McAdams, Alessandro Nivola, Anton Lesser, Bernice Stegers, Allan Corduner, Bernardo Santos. DRAMA.
Desde el predominio de la metáfora con tintes existenciales de títulos como La sagrada familia (2005) o El año del tigre (2011), apenas vistos al margen del circuito festivalero, hasta la sutileza y nitidez de contenido y forma de este su último largometraje, el proverbialmente espléndido corpus fílmico de Sebastián Lelio ha terminado por convertir al director de las tan estilizadas como emocionantes Gloria (2013) y la oscarizada Una mujer fantástica (2017) en una de las principales referencias del nuevo cine de autor originado en Latinoamérica. El chileno vuelve a centrar aquí su relato en una peripecia femenina de desubicación y autorreconocimiento cuyo calado, tan profundo a nivel íntimo como amplia resulta su onda expansiva en lo social, dobla en esta ocasión su apuesta al esgrimir dos protagonistas con similar poder de fascinación al que, en cada uno de sus anteriores trabajos, mostraron las inolvidables Paulina García y Daniela Vega.
Pese a moverse esta vez en un entorno que no es el suyo, con equipos técnico y artístico propios del Hollywood más acendrado, se diría que el director ha tratado de adherir a su ideario expresivo a una escritora tan ajena al canon de la gran industria anglosajona como Rebecca Lenkiewicz, responsable del guión de Ida (Pawel Pawlikowski, 2013). Así, atrincherado junto a ella en una concisión narrativa ajena a las florituras, y con la complicidad de un reparto entregadísimo (añadamos a Alessandro Nivola o Allan Corduner), Lelio ha logrado mantener lo sustancial de su aproximación a los conflictos dramáticos; es decir, una empatía doliente, teñida de admiración y calidez genuina hacia cierto tipo de personajes muy concretos: aquello/as que afrontan elecciones difíciles, veteadas de renuncia cuando no de pura inmolación.
Además de una magnífica primera experiencia en inglés, Disobedience supone la enésima demostración del talento de un cineasta que, ahora ya sí, parece claramente destinado a erigirse en la segunda punta de lanza fílmica (después de Pablo Larraín) que Chile clava en el panorama internacional reciente. ESTRENO: 25 MAYO
PARA FANS DE DRAMAS QUE NO SIMPLIFICAN LOS CONFLICTOS. Lo mejor: una Rachel McAdams sublime. Lo peor: el morbo con que algunos la tildan de respuesta USA a La vida de Adèle.