LA FÁBRICA DE NADA.
Los empleados de una fábrica de ascensores en Portugal luchan por conservar sus puestos de trabajo, hasta que un día se encuentran con que sus jefes se han largado, abandonándoles a su suerte.
Donde va, triunfa. Puso a la crítica de rodillas en su estreno mundial en la Quincena de los Realizadores de Cannes, antes de lograr el Giraldillo de Oro en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, y pasar por más de 60 festivales. La puesta de largo de Pedro Pinho es un estimulante híbrido de drama, documental e incluso comedia musical, cuando entra en la trama un realizador que pretende convertir este caso muy real en eso: un musical neorrealista. Inolvidables, las escenas en las que estos empleados de bata azul forman un número musical en el vetusto escenario de la fábrica abandonada.
Metáfora de Europa. Para el director luso, el cierre de esta fábrica funciona como un microcosmos donde explorar dramáticamente las texturas y las consecuencias del sentimiento de impotencia que la mayoría de la gente siente en estos momentos. Con la sombra de la bancarrota, los personajes intentan seguir a flote y buscan una manera de reencauzar sus vidas. Conducidos por un sentido de urgencia y una especie de sentimiento vital que prevalece, se ven obligados a embarcarse, con miedo y reticencia, en una experiencia nunca vista, una aventura colectiva. Gracias a su optimismo humanista, la película acaba erigiéndose como un perfecto antídoto contra el desaliento europeo. ESTRENO: 11 MAYO A fábrica de nada (Portugal, 2017, 179 min.). DRAMA.