Los futbolísimos. El director Miguel Ángel Lamata nos cuenta la película.
‘Los futbolísimos’. La rompedora y exitosa saga literaria creada por Roberto Santiago convierte en película su primer volumen, ‘El misterio de los árbitros dormidos’. Su director, Miguel Ángel Lamata, cuenta en este texto, en primera persona, las tácticas
DE QUÉ VA: Cuando el árbitro se queda dormido en dos momentos decisivos de los partidos de unos equipos infantiles, los jugadores perjudicados deciden investigar el extraño suceso.
El universo literario de Roberto Santiago en Los Futbolísimos es irresistible para mí: nueve niños y niñas descubren la vida a la vez que resuelven misterios y luchan por salvar su equipo. Y sus ingredientes no podrían estar mejor diseñados: aventura, acción, comedia, romance y deporte. Si a todo esto le sumas su pericia como narrador y como creador de personajes, el resultado es la colección de libros más querida por nuestro público infantil en el panorama actual. Evidentemente, una adaptación al cine debía respetar la esencia de las novelas; de otra forma provocaría la decepción, cuando no la furia, de los lectores. A la vez, el paso a la pantalla nos pedía más de lo que había en la página: aún más emoción, descaro, risas, locura... Y hay un claro toque de cuento, como si el film fuese el recuerdo de los protagonistas, ya adultos, de cómo fue la aventura vivida cuando eran chavales. En ese aspecto, ha sido decisiva la aportación de César Macarrón, Teo Delgado y Fernando Velázquez en dirección artística, fotografía y música. Su trabajo es una invitación a soñar un sueño que, por muy pegado a la realidad que esté, no es menos maravilloso. Había mucho margen para incorporar todos estos elementos, pero siempre fue importante ser fiel al universo del autor. Creo que ése es el secreto de una buena adaptación; como si te invitasen a una fiesta de cumpleaños en la que ya sabes que vas a pasarlo de maravilla, pero en la que, de repente, ocurren un montón de cosas inesperadas que hacen que disfrutes mucho más de lo que esperabas. En cuanto a las fuentes de inspiración, para mí estaban claras. Cuando empecé a ir al cine compulsivamente, allá por los 80, veía todo lo que se estrenaba,
pero aguardaba con especial ilusión ciertas películas dirigidas o producidas por Spielberg en las que los protagonistas eran jóvenes héroes a merced de situaciones extraordinarias a las que hacían frente como podían; principalmente, con la amistad como arma: E.T., Regreso al futuro, Los Goonies, Gremlins... incluso Poltergeist. Y esas eran las pelis que añadían ritmo a mi corazón. Es preciso reseñar que, años antes, me había leído todos los libros de Enid
Blyton, y toda la colección de Alfred Hitchcock y los tres investigadores. De hecho, hice tentativas de instaurar varios clubs juveniles de investigación, pero nunca resolvimos ningún misterio. Quizá sea un buen momento ahora, a mis 50, para volver a intentarlo...
El tándem escritor-director. Hazla tuya. Esas fueron las palabras clave que pronunció Roberto Santiago en nuestra primera reunión. Son la prueba indiscutible de la generosidad de un tipo que no sólo es un magnífico escritor sino también un estupendo director de cine. Y, como tal, sabe que, en este bello oficio de contar historias, nada hay más estimulante que obtener una carta de libertad creativa; lo cual implica una responsabilidad para el que la recibe, especialmente cuando se trata de adaptar una colección de libros tan vendida y, sobre todo, tan querida. Trabajar en el guion de la película con Roberto no pudo ser más sencillo. Es un autor abierto a cualquier propuesta, a analizar cualquier idea, a respetar cualquier planteamiento nuevo, pero con la sabiduría y el instinto para quedarse con lo bueno y descartar lo innecesario. Además, la colaboración suponía, en todo momento, tranquilidad: en caso de duda, yo acudía al oráculo. A la vez, ese grado de libertad que se me otorgó, ese
hazla tuya, me permitió sentirme niño de nuevo, formar parte de una pandilla con la que me hubiera encantado vivir aventuras a los 12 años y con la que estaré feliz de vivirlas de nuevo si hay más películas de Los Futbolísimos.
Muchos directores (como Guillermo del Toro, por ejemplo) lo han dicho: a veces, una película de encargo basada en un universo ajeno puede acabar siendo tu obra más personal. No sé cuánto lo es
Los Futbolísimos, pero debe serlo mucho, porque no me canso de verla. Y tiene toda la diversión y la emoción que me encanta encontrar en una peli, entonces, ahora y, seguramente, siempre. El casting. Si de algo saben los niños es de jugar, y tendemos a olvidarlo cuando crecemos. Esa fue la clave de mi trabajo con los nueve jóvenes protagonistas: el juego. Atreverse a ser inesperados, a buscar donde parece que no hay nada, a disfrutar de equivocarse, a interpretar al personaje y dejar que este interprete al actor, a ser disciplinados en la espontaneidad... Siempre tuvimos un plan y supimos cuándo tirarlo a la basura. Nunca se cansaban y, si lo hacían, no lo decían. Jamás usaron comodines como sólo somos niños o no tenemos experiencia. Jugaron hasta el final, hasta la última toma, tomándoselo tan en serio como si fuese una cruzada, como si estuviesen salvando el mundo... Ante mis propuestas, como:
Haz otra cosa, lo que sea, no lo pienses, o: Di la frase de la única forma en que ningún otro actor lo haría jamás, la respuesta siempre fue un entusiasta:
Sí. Se comportaron como lo que son: un grupo de profesionales que está aquí para quedarse. Espero que nuestros caminos se crucen con frecuencia, amigos. Los futbolísimos (ESPAÑA, 2018, 98 min.). AVENTURAS
“Trabajar en el guion con Roberto no pudo ser más sencillo. ‘Haz la historia tuya’, me dijo, y esa es la gran prueba de su generosidad”.