Fotogramas

Henry Cavill, por Misión: Imposible. Fallout.

Es el último Superman: con un rostro y un cuerpo que parecen tallados en marfil, busca ampliar registros y demostrar que puede dar mucho más. Henry Cavill nos habla de ‘Misión: Imposible. Fallout’, sus inicios como actor y sus deseos para una carrera que,

- Por Roger Salvans. Fotos: Gavin Bond.

En 1993, Tom Cruise tenía 31 años, había recibido la primera de sus tres nominacion­es al Óscar, y estaba en la pista de salida, dispuesto a convertirs­e en la mayor estrella del mundo. Ese mismo año, además, ponía la primera piedra de la adaptación para el cine de una serie de televisión de los 60 –cuando la pequeña pantalla ni estaba en ninguna Edad de Oro ni gozaba del respeto del que disfruta hoy– que, 25 años y seis entregas después, se ha convertido en una robusta franquicia de espías reverencia­da por crítica y público. Ese mismo 1993, lejos, muy lejos de todo ese oropel, Henry Cavill (Isla de Jersey, Reino Unido, 1983) tenía 10 años y estaba a punto de descubrir que quería ser actor. Cuarto de los cinco hijos de un corredor de bolsa y una secretaria, Cavill era un crío pasado de peso al que le gustaba jugar al rugby, las películas históricas y la egiptologí­a. Sí, ese era yo, Fat Cavill, confirma a FOTOGRAMAS el nuevo tótem del cine de acción, el último Superman y fichaje de lujo

“YO NO SOY NADA EXHIBICION­ISTA. NO ME CONSIDERO UN CHICO DE ‘SELFIES’, NI UNA DE ESAS PERSONAS QUE HAN DE LLENAR EL MUNDO CON SUS FOTOS”.

de Misión: Imposible. Fallout, la cinta que une su destino con el de Cruise. Aunque no me dirás que eso del rugby y la egiptologí­a no queda guay en un currículum, ¿verdad?, bromea, antes de seguir con más chistes: Mis hermanos dicen que, de los 11 o 12 años a los 18, pesé siempre exactament­e lo mismo, que sólo crecí hacia arriba. Bromas aparte, es cierto: empecé a actuar muy pronto, con 10 años, en una obra de la escuela. Me encantó, y a la gente le gustó cómo lo hacía, algo que, evidenteme­nte, me ayudó bastante a seguir con ello. Todo comenzó como un juego, hasta que dejó de serlo. Cuando llegaron los primeros papeles en televisión y cine, me dije: ¿qué está pasando aquí? Y empecé a prepararme de verdad. Es que hoy me pagan (y muy bien) por algo que siempre había hecho gratis. Lo que es a-lu-ci-nan-te.

LAS DOS HISTORIAS DE HENRY

De voz atronadora, dicción impecable y discurso ametrallad­or, Cavill resume toda su carrera y vocación en un deseo: Contar historias. Y buenas, a poder ser. Donde sea. En un libro, una película, una obra de teatro, un videojuego... Me viene de familia: soy el penúltimo de cinco hermanos. Para captar la atención, especialme­nte cuando eres casi el más pequeño, tienes que agudizar el ingenio y convertir tu rutina diaria en una aventura. Hasta hace unos años, dos relatos centraban todos sus perfiles y entrevista­s. El primero hacía referencia a su estatus, casi legendario, de actor con peor suerte del cine reciente. No fue James Bond en 007: Casino Royale (Martin Campbell, 2006) porque era demasiado joven. En cambio, era demasiado viejo para encarnar a Edward Cullen en Crepúsculo (Catherine Hardwicke, 2008). Antes, Bryan Singer no le quiso para Superman returns (El regreso) (2006), cuando tomó el relevo a McG, el primer director asignado al proyecto. Él, desde la perspectiv­a que da la distancia –y con la seguridad que da saber que esos días de rechazo son parte del pasado– sólo habla de buena fortuna. Es que es así. Para empezar, a todos mis hermanos les gustaba actuar. Los cinco participáb­amos en obras de la escuela. Pero únicamente yo tuve el golpe de suerte de hacer de ello mi oficio y convertirm­e en el intérprete de la familia. Soy consciente de la cantidad de buenos profesiona­les que no tienen ofertas. Yo trabajo sin parar desde los 17. Aún recuerdo la sensación de triunfo que sentí cuando me dieron mi primer cheque. Fue por La venganza del conde de Montecrist­o (Kevin Reynolds, 2002). Abrí el sobre y... ¡guau! Ponte en mi lugar; era un crío; pensé que era el chaval con más suerte del mundo. Y lo sigo creyendo. La segunda historia que siempre sale a la luz es su primer encuentro con Russell Crowe, algo que Cavill nos cuenta... empezando por el segundo. Es 2012. Estamos en el set de El Hombre de Acero (Zack Snyder, 2013). Es la primera escena que filmo con Jor-El, mi padre kryptonian­o. Y la primera vez que, se supone, veo a Russell. Ese día, en las presentaci­ones habituales, le miro y le digo: tú no te acordarás, pero nos hemos visto antes. Y si hoy estoy aquí es, en parte, culpa tuya. Se me quedó mirando con cara de no entender nada, así que se lo conté: ¿Recuerdas el rodaje de Prueba de vida (Taylor Hackford, 2000)? Escuela Stowe, en Buckingham­shire. Uno de los alumnos que hacía de extra se te quedó mirando un buen rato, hasta que le preguntast­e qué diantres estaba haciendo. Y él te pidió que le dieras un consejo para ser actor. En lugar de enviarlo a paseo, hablaste con él. Unos días después, le enviaste una caja llena de chuches australian­as, un par de DVD y una foto firmada de Gladiator (El gladiador) (Ridley Scott, 2000) con una dedicatori­a: Henry, un viaje de mil millas empieza con un simple paso. Bien, ese Henry soy yo, le dije. ¡Tendrías que haberle visto la cara! En un segundo, me suelta: Claro que lo recuerdo. ¿Cómo te va? Me parece que no se acordaba de nada, ríe.

WALKER, AUGUST WALKER

En casi 20 años de carrera, ningún personaje de los interpreta­dos por Cavill ha sido tan bien recibido como August

Walker, un brutal agente de la CIA que, como él nos dice, tiene sus más y sus menos con Ethan Hunt, el rol de Cruise. Walker es despiadado, muy físico, cuenta sobre su último papel. Si estás en su lista de objetivos, estás jodido. Matar no le supone un problema en absoluto. Hunt es al revés: sólo lo hará si no hay ninguna otra salida. Semejante buena acogida se explica gracias a un instante recogido en el primer tráiler de Misión: Imposible. Fallout. En él, antes de una pelea, Cavill parece que carga sus puños con un rápido movimiento de brazos. ¡Es alucinante cómo ha gustado ese gesto! Pensé que era la manera de mostrar que se habían acabado las tonterías, y era hora de hacer las cosas a la manera de Walker. Un momento de distensión en un film de rodaje eterno: empezó a filmarse en abril de 2017 y terminó el pasado mes de marzo; 161 días repartidos en 11 meses a los que contribuyó, sin duda, el parón de siete semanas provocado por la rotura del tobillo de Cruise en una de sus escenas de acción marca de la casa. Para Cavill, sin embargo, lo más peligroso no ha sido el rodaje, sino el bigote que, por contrato, se tuvo que dejar para interpreta­r al personaje. Con el tiempo, desarrollé una relación muy especial con ese apéndice capilar mío. Llegó a tener como personalid­ad propia, ríe. Estaba casi orgulloso de ese pequeño cabrón. Por un lado, me alegra que, en el corto tiempo que estuvo entre nosotros, influyera tanto y en tanta gente. Por otro, nunca imaginé que un mostacho pudiese causar tanto estrés y tantos daños colaterale­s, dice apuntando al polémico (por chapucero) borrado digital de su bigote en unas tomas adicionale­s de Liga de la Justicia (Zack Snyder, 2017).

Trabajar con Tom Cruise es el otro gran tema de conversaci­ón que, según apunta, monopoliza la extenuante campaña de promoción del film. ¿Sabes eso que dicen de que es mejor no conocer nunca a tus ídolos? ¿Que siempre acabas decepciona­do y dejas de admirarlos? Con Tom fue lo contrario. Cavill nació el año en el que el norteameri­cano estrenaba Rebeldes (Francis Ford Coppola, 1983) y cuenta: Aunque no recuerdo tener seis años, estar sentado ante el televisor, descubrir a un actor llamado Tom Cruise y que eso cambiara mi vida, sí me acuerdo de ver sus películas cuando era un crío. Crecí con él. Es que es Tom Cruise. Si alguien ha simbolizad­o Estados Unidos durante las últimas tres décadas, ha sido él. Es la mayor estrella de cine del planeta. Y, como tal, ha pasado por todas las estaciones del vía crucis que ahora mismo se le presentan a Cavill en su futuro inmediato. Como la difícil conciliaci­ón entre vida profesiona­l y privada; desde las habladuría­s provocadas por su incesante sucesión de novias hasta sus perfiles en redes sociales, que, asegura, lleva él mismo. Yo no soy nada exhibicion­ista. Cuando subo algo de mi día a día, abro una ventana a mi intimidad; ¿qué hay más personal que eso? Pero no es el objetivo para el que uso las redes. Yo lo que pretendo es entretener, dar las gracias a los fans y aprovechar el potencial que tienen para concentrar la atención de la gente en causas sociales. No soy un chico de selfies, ni una de esas personas que tienen que llenar el mundo con sus fotos. Tampoco lo necesito.

DE SÍMBOLO EN SÍMBOLO

Cavill, como Cruise en los años 80 y 90, está acostumbrá­ndose, a su pesar, a su estatus de sex symbol.

Un rol que dista mucho del que en su día jugó, por ejemplo, Burt Reynolds cuando posó desnudo para la revista Playgirl. ¡Ufff! ¿En serio hizo eso? Los años 70 fueron... otra cosa. Soy consciente de la imagen que proyecto, e intento controlarl­a, dice aún ajeno al revuelo que provocaría­n días después sus declaracio­nes al ser preguntado por el movimiento #MeToo, en las que reivindica­ba el flirteo y perseguir a una chica como una herramient­a de seducción. Siempre intento ver lo que subo, lo que digo, desde la perspectiv­a de los demás. Entender cómo se verá. Es importante, especialme­nte cuando puede determinar tu carrera profesiona­l. Una trayectori­a en la que, de momento, seguirá Superman –creo que aún hay mucho que explicar, y me encantaría acercar la versión cinematogr­áfica al personaje de los cómics–, y para la que apunta un deseo: James Bond. Es algo que llevo dentro desde hace mucho tiempo. En su día no conseguí el papel porque Daniel Craig era ideal. Pero, ahora... Es un personaje que siempre me ha fascinado ,y me encantaría tener la oportunida­d de enseñar a los productore­s, al mundo entero, lo que sería capaz de hacer con él.

 ??  ??
 ??  ?? PARTICULAR­ÍSIMO1. En una imagen de sus días como ‘Fat Cavill’, a mediados de los 90, en el equipo de críquet de su escuela. 2 y 3. Su primer trabajo en el cine, el thriller ‘Laguna’ (Dennis Berry, 2001); y como El Cazador en la musical (y aquí inédita) ‘Red riding hood’ (Randal Kleiser, 2006). 4. En la serie de televisión ‘Los Tudor’ encarnó, entre 2007 y 2010, a Charles Brandon, primer duque de Suffolk. 5. Con Verónica Echegui rodó el ‘thriller’ español ‘La fría luz del día’ (Mabrouk El Mechri, 2012). 6. Junto a Amy Adams, en una imagen promociona­l de ‘El hombre de acero’ (Zack Snyder, 2013). 7. En ‘Operación U.N.C.L.E.’ (Guy Ritchie, 2015).
PARTICULAR­ÍSIMO1. En una imagen de sus días como ‘Fat Cavill’, a mediados de los 90, en el equipo de críquet de su escuela. 2 y 3. Su primer trabajo en el cine, el thriller ‘Laguna’ (Dennis Berry, 2001); y como El Cazador en la musical (y aquí inédita) ‘Red riding hood’ (Randal Kleiser, 2006). 4. En la serie de televisión ‘Los Tudor’ encarnó, entre 2007 y 2010, a Charles Brandon, primer duque de Suffolk. 5. Con Verónica Echegui rodó el ‘thriller’ español ‘La fría luz del día’ (Mabrouk El Mechri, 2012). 6. Junto a Amy Adams, en una imagen promociona­l de ‘El hombre de acero’ (Zack Snyder, 2013). 7. En ‘Operación U.N.C.L.E.’ (Guy Ritchie, 2015).
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain