EL ESPÍA QUE ME PLANTÓ .
Tengo un gran sentido del humor, pero sé que todavía debo aprender mucho para estar a la altura de cómicas como Kate McKinnon (con quien arranca carcajadas en El espía que me plantó) o de mis compañeras en Malas madres (Jon Lucas, Scott Moore, 2016) y su continuación, asegura la actriz. Tal vez sea cierto, pero Mila Kunis sabe perfectamente que, en eso del humor, para que el payaso Augusto sea más gracioso, necesita a su contrapunto, el payaso de Cara Blanca. Kunis estaría en este último terreno, y ahí siempre ha funcionado de maravilla, como atestiguan sus escenas con las alocadas Tina Fey y Kristen Wiig en Noche loca (Shawn Levy, 2010). No rehúyo el drama, se posiciona ella al respecto de sus elecciones profesionales. Si llega alguno a mi puerta, la abriré con gusto y lo recibiré con una alfombra roja, pero, de momento, me siento muy cómoda con la comedia. Cada una que he hecho es diferente de las otras, y ninguna ha estado exenta de elementos dramáticos ni de reflexiones profundas.
PRENSA ROSA: ALTA TENSIÓN
Celosa, hasta extremos de fiereza animal, de su vida privada, Mila Kunis ha tenido que bregar con cómo ciertos medios amarillistas trataron su noviazgo con Macaulay Culkin (de ocho años, desde 2002 hasta 2010), su amistad con el finado Michael Jackson (sólo espero que quienes ganaron dinero con su linchamiento en los tabloides acaben en el infierno, sentenció) y su matrimonio con Ashton Kutcher, compañero suyo ya en Aquellos maravillosos 70. Su pareja en El espía que me plantó, la cómica de Saturday Night Live Kate McKinnon, la entrevistaba hace poco para una popular revista y, en esa conversación, Kunis atacaba sin piedad a esa prensa y a las redes sociales: ¿Facebook? ¿Qué es Facebook? ¿Quién vomita sobre quién? No leo nada acerca de mí. No sé lo que se escribe. Si lo hiciera, llevaría dos años embarazada, tres divorciada o me estaría acostando con mi hermano. Prefiero centrarme en mis dos hijos (Wyatt Isabelle y Dimitri Portwood, de tres y un años, respectivamente), en mi marido y en mi carrera. Produje El hombre más enfadado de Brooklyn (Phil Alden Robinson, 2014), la secuela de Malas Madres, titulada El gran desmadre (Malas madres 2), y voy a poner en marcha dos series de televisión. Tengo que seguir viviendo el presente. Y pelearme con él para que el futuro sea mejor.