La Firma Invitada.
Una experta constata el dulce momento que vive la ficción televisiva nacional en el mundo. Quizá por eso era la ocasión de incluir en nuestra sección de críticas, por vez primera, y en formato de polémica, una serie: ‘Élite’.
“Los creadores españoles ya repiten el mantra: para triunfar globalmente, hay que conservar una identidad nacional”
En apenas dos años, las series españolas han dado un salto cualitativo en el mercado internacional. El misterio juvenil Élite es un perfecto ejemplo. El 5 de octubre de 2018, su primera temporada llegaba a la vez a los 137 millones de subscriptores de Netflix en 190 países. Y aunque sus datos de visionado permanecen tan ocultos como los de otras de sus series, la popular aplicación para seriéfilos TV Time no tardó en acreditar un éxito global: en apenas tres días, Élite se encaramaba a la primera posición de su Binge Report, que señala las ficciones más vistas en forma de maratón. Diez días después de su estreno, ya era la cuarta serie más popular entre los usuarios de IMDB, adelantando, entre otras muchas, a Better Call Saul.
Élite ha seguido la estela en Netflix de La casa de papel, la ficción en lengua no inglesa más vista de la historia de la plataforma, y de su primera serie en España, Las chicas del cable. Ya ha encargado una tercera temporada de
La casa de papel, con cuyo creador Álex Pina firmó hace unos meses el tipo de contrato en exclusividad reservado para los showrunners norteamericanos. El aumento de los proyectos de Netflix en España, más de una decena en diferentes fases de desarrollo, ha llevado a la compañía a establecer en Tres Cantos el que será su primer centro de producción europeo.
No es la única plataforma que ha empujado a la ficción española hacia la globalización. Movistar+ ha puesto en marcha una ambiciosa estrategia de producción de ficción original, con el objetivo de ofrecer a sus abonados unas 12 temporadas anuales en VOD. Mientras que en Latinoamérica la apuesta ha sido ofrecer el contenido en los canales de Telefónica, para otros territorios ha establecido alianzas con las grandes distribuidoras, como Beta Film. Los resultados no han tardado en llegar: La peste se emitió en el Reino Unido por BBC4 y La zona es la primera ficción española adquirida por un canal premium norteamericano (Starz).
El embarcadero, creada por un ubicuo Álex Pina y Esther Martínez Lobato, fue una de las dos únicas series seleccionadas para contar con un estreno de gala en el MIPCOM.
Este esfuerzo por posicionarse en el mercado global se ha materializado en un cambio en el modelo de producción, con temporadas de menos capítulos y duraciones más cortas respecto al agotador estándar de 70 minutos. Véanse los cambios en la tercera temporada de Vis a vis, resucitada por Fox tras ser cancelada por Antena 3 en base a sus ventas internacionales. Los creadores españoles también empiezan a repetir el mantra que desde hace ya mucho se escucha fuera: para triunfar globalmente, hay que conservar una identidad nacional. Así, en su dosier internacional, Gigantes se presenta como un drama familiar con elementos shakespearianos, aunque, como en el romance de Lorca, con poblados gitanos en llamas.
Por su parte, a los posibles compradores de El embarcadero se les recuerda que la historia se desarrolla en la bella Albufera valenciana. La propia Élite entronca con el muy exportable género del teen drama, aunque sin obviar elementos tan reconocibles para los españoles como la corrupción política. Una buena factura con presupuestos limitados e historias más provocativas y pegadas a la realidad son los dos puntos fuertes de una ficción televisiva que, a su manera, también empieza a hacer Marca España. *Concepción Cascajosa Virino es directora del Máster en Guión de la Universidad Carlos III de Madrid con el Sindicato ALMA y autora del libro ‘La cultura de las series’ (2016).