Rami Malek, por Bohemian Rhapsody.
Freddie Mercury revive con el rostro de Rami Malek, el popular y televisivo protagonista de ‘Mr. Robot’, en ‘Bohemian Rhapsody’, el biopic que se estrena este mes. FOTOGRAMAS ahonda en esa metamorfosis de la mano del propio actor a lo largo de una entrevista toda ella glam.
Viajo mucho a España, sobre todo a Mallorca, y lo hago en plan mochilero, no se crea. Rami Said Malek (Los Ángeles, 1981) se muestra cercano y simpático con FOTOGRAMAS en el inicio de la larga conversación que tendremos con él en un lujoso hotel londinense. El fin de semana pasado estuve en Barcelona viendo el concierto de Queen, y estuvo de fábula, prosigue el actor, en primerísima promoción de Bohemian Rhapsody, el biopic sobre Freddie Mercury (más que sobre Queen) que le ha brindado el (presumiblemente premiable) rol principal. La cultura mediterránea me tira mucho, la llevo en la sangre, así que me siento muy yo mismo y cómodo visitando su país. ¿Ningún problema con la popularidad?, le preguntamos. No, no demasiados, ríe el actor.
Mi cara les suena a muchos, especialmente por mi papel en televisión, en Mr. Robot,
pero todavía puedo pasar inadvertido.
MEMORIAS DE ÁFRICA
Malek no solamente se ha metamorfoseado en Freddie Mercury vía el maquillaje y el entrenamiento como actor, también ha descubierto en el cantante una suerte de espejo en el cual se ha reconocido, personal y profesionalmente: Resultó fascinante investigar a Freddie Mercury, se apasiona al contarlo. No era una mera cuestión de copiar su gestualidad o su porte como artista, sino de hallar a la persona que escondía su timidez en ese personaje excesivo que aparecía ante los medios y sobre los escenarios. Esa persona, y eso fue sorprendente para mí, presentaba innumerables paralelismos con mi vida. Ambos tenemos raíces africanas: Freddie nació en Tanzania, estuvo en Sudáfrica y pronto se instaló con su familia en Inglaterra. Mi familia es natural de Egipto y tuvo que emigrar a Los Ángeles, sé lo que es estar entre dos culturas, sentirse un extraño entre dos mundos. Freddie supo vivir su vida, rebelarse contra todos esos obstáculos. Fue un niño y un joven muy acomplejado, bueno, mejor sería decir que muy complejo, que hizo de ello la gran creación del cantante-estrella. Yo no tuve una infancia desgraciada, pero sí que he luchado por salir de los estereotipos, sin perder mis raíces. Convertirme en actor me
sirve para esta terapia.
MERCURY RISING
El actor, que tras su paso por televisión se dio a conocer como el faraón Ahkmenrah de la trilogía Noche en el museo, rol que despacha con un escueto me dio trabajo y me dio para pagar algunas deudas, es el primero en afirmar que, por mucha caracterización y esfuerzo (brillante en su caso) jamás pasaré de ser un actor que recrea a Mercury. Nunca poseeré ese magnetismo animal, esa capacidad de seducción de la cual hacía gala en escena o en los videoclips. Aun así, no seríamos unos periodistas como se ha de ser si no inquiriéramos a Rami Malek sobre ese proceso que le llevó a convertirse en Freddie Mercury.
Una vez que acepté el desafío –Nota: después de que Sacha Baron Cohen abandonara el proyecto, descontento por un guión que dulcificaba la vida de excesos del fallecido cantante– solo tuve que aplicar la honestidad que siempre utilizo cuando afronto un trabajo. Revisar los conciertos de Freddie, ver sus videoclips, esa fue la parte sencilla, y placentera, de la preparación. El verdadero esfuerzo estuvo en desaprender sus movimientos en cada momento concreto de su carrera. No me mire con esa cara. Se lo explico: les comenté a los coreógrafos que sería un error calcar lo que él hacía, porque eran cosas únicas que pasaban en esos momentos concretos. Eran cosas espontáneas, era algo mágico. Así que desaprendí las coreografías y me entrené con el mismo experto en gestualidad humana que ayudó a Eddie Redmayne a ser Stephen Hawking en La teoría del
todo (James Marsh, 2014, con libreto del coguionista de Bohemian Rhapsody, Anthony McCarten). Conecté con esa fisicidad y esa rapidez expresiva que Freddie sacaba a la luz de forma casi inconsciente, con maravillosa sinceridad. No copiar. Buscar eso como actor en cada escena.
FREDDIE, EL HOMBRE
¿Un Oscar? Bueno, a Eddie Redmayne no le fue tan mal. Rami Malek vuelve a reír con ganas, acaso ganas de que sea verdad y se cumpla lo que le hemos comentado sobre el premio que Redmayne obtuvo por ser Hawking, un film muy ligado a este biopic de Freddie Mercury. No tengo voz en esos temas, nos guiña el ojo el actor. La voz. ¿Es la suya la que escuchamos en las canciones del film? No exactamente, puntualiza Malek. Se trata de una mezcla entre la mía cantando (y le prometo que di lo máximo en cada tema; ojalá editen un CD con ellos… aunque solo lo compre mi madre) y la original de Mercury. Hay tras ello una labor técnica muy complicada. Imitar esa voz inimitable es eso, inimitable.
Freddie Mercury también fue un ser inimitable, y la película explora, paralelamente a la génesis y estrellato de Queen, la complicada y veloz vida de la persona detrás del artista. Más allá de lo visionario y único que fue en términos musicales, señala el intérprete, lo verdaderamente importante es cómo rompió con los convencionalismos sociales y supo vivir su vida sin vergüenza. De ahí la necesidad de hacerle este tributo en modo de película. Vamos a disfrutar con su legado musical y el de Queen, pero vamos a asistir a la salida a escena de un ser humano, de la persona. Esto se circunscribe en Bohemian Rhapsody a la historia de amor que vivió con Mary Austin, su heredera y receptora de las cenizas del cantante, rol encarnado por Lucy Boynton (Asesinato en el Orient Express), y un poco menos a sus relaciones homosexuales y a su fallecimiento, víctima del sida. ¿Suaviza estos aspectos el film? Rami Malek es categórico: No se esconde nada de la vida de Freddie, de sus luces y sus claroscuros. Pero esta es una película para toda la familia, así que si alguien espera ver orgías gays o algo parecido y escabroso, definitivamente se equivoca de film.
LA CANCIÓN DE BRYAN
No, no nos referimos a Brian May, parte clave de Queen y uno de los impulsores (las malas lenguas le dan más el papel de censor) de Bohemian Rhapsody, sino a Bryan Singer. Singer aparece finalmente acreditado como
“COMO FREDDIE, SÉ LO QUE ES ESTAR ENTRE DOS CULTURAS, SENTIRSE UN EXTRAÑO ENTRE DOS MUNDOS. FREDDIE SUPO REBELARSE”
director de la película. Tras reuniones con abogados, las normas del sindicato de directores obligan a que firme un film aquel que haya completado un tercio del mismo. De esta manera, pese a abandonar el rodaje (o a ser despedido fulminantemente, por sus continuos choques con Rami Malek, según otras fuentes), Bryan Singer es el único nombre en los créditos. Y lo es porque su sustituto, Dexter Fletcher (Eddie el Águila) no ha querido ser mencionado, algo que irrita especialmente a Rami Malek: Lo que ha hecho Dexter es dotar de alma a la película, crear un buen ambiente porque ha entendido la historia, sus niveles de espectáculo musical y de emotivo drama humano. El otro director (Malek no pronuncia el nombre de Singer) tenía una manera de enfocar el film que al final se reveló insuficiente. Creo que Dexter Fletcher debería tener un reconocimiento, aunque seguramente lo logre ahora que está rodando el biopic de Elton John, Rocketman.
DON’T STOP ME NOW
Bohemian Rhapsody supondrá un punto y aparte en la carrera de Malek, inmerso en una nueva (tal vez última) temporada de la serie de televisión que lo ha lanzado a la fama: Mr. Robot. Más allá de ese atormentado hacker informático, peón en una ‘conspiranoica’ trama, el encarnar a Freddie Mercury podría situar al actor en otra liga cinematográfica. Ojalá, mira al cielo (o sea, al techo de la suite donde estamos entrevistándolo). Esto no depende de uno mismo. Es verdad que la televisión me ha dado proyectos con mayor sustancia que el cine, pero tampoco puedo quejarme (bueno, por la extensión de mis roles sí). Si tuviera que elegir dos de ellos serían The Master (Paul Thomas Anderson, 2012) y, sobre todo, Las vidas de Grace (Destin Daniel Cretton, 2013). Y Papillon (Michael Noer, 2017), claro. En este remake del clásico setentero de Franklin J. Schaffner, Malek hereda el personaje que hiciera Dustin Hoffman, otra responsabilidad, sí, pero me parece que al final, ser actor es eso: vivir pasando de reto a reto, y no pararse jamás.
“JAMÁS PASARÉ DE SER UN ACTOR QUE RECREA A MERCURY. NUNCA POSEERÉ ESE MAGNETISMO ANIMAL NI ESA CAPACIDAD DE SEDUCCIÓN”