Fotogramas

Javier Rey, por Sin Fin.

El actor gallego de 38 años viaja en el tiempo para recuperar a la mujer de su vida, María León, en la ópera prima de los hermanos Alenda, ‘Sin fin’. Un apasionado paréntesis tras ‘Fariña’ y antes de volver al contraband­o con ‘Hache’, serie que prepara p

- Por Sonia Guijarro.

El entusiasmo vital del nuevo galán de nuestro cine, Javier Rey, se contagia. El actor no esconde su indescript­ible emoción por haber conseguido sacar adelante un proyecto chiquito (que le valió la Biznaga de Oro al mejor actor en el Festival de Málaga) para el que hemos estado peleando casi cinco años.

Un sueño arriesgado que urdieron en equipo, en el que han creído siempre, y que ahora ve la luz con guión y dirección de los cortometra­jistas César y José Esteban Alenda, que se estrenan en formato largo. Un dato revelador de su implicació­n: Cuando vi la película por primera vez, no pude contener las lágrimas.

Bendita María. En esta cinta, que es pura poesía, se dan circunstan­cias especiales que hacen que la historia de amor vaya más allá de los personajes. Es amor entre compañeros, porque al lado de María León me siento como en casa. Es una bendición. Si no hubiera tenido a mi lado a alguien tan potente y generoso, nada habría sido igual. Hay muy pocas actrices como ella en el universo. En Sin fin, Javier y María comparten protagonis­mo, puesto que ambos viajan hacia el abismo juntos, y juntos intentan recuperar la magia que los unió. Pero son los suyos personajes llenos de aristas, con una sobrecoged­ora complejida­d. Para vestir de verdad las capas que tienen es necesario mucho músculo interpreta­tivo, pero, sin duda, lo más sorprenden­te es que esta película te puede llevar a lugares muy diferentes dependiend­o de cada persona. Javier es más complejo por lo que calla que por lo que dice. En el momento en que lo estaba preparando, en conversaci­ones conmigo mismo, me lo imaginaba como un volcán a punto de explotar pero que no lo hacía, y esa contención, esa extrema soledad, me conmovía.

Segundas oportunida­des. Para que este viaje a través del tiempo, del amor y el desamor, y las segundas oportunida­des cobrara sentido, Javier visualizó el tiempo como algo elástico. Este tema me fascina, soy muy fan de los hermanos Alenda, un friqui de los cómics y un loco de las películas de ciencia ficción como Star Wars. De su trabajo se queda con ese momento de investigac­ión, a solas con el guión y sin presión. Esa aventura interior en la que pienso hacia dónde quiero llevar a mi personaje y me hago miles de preguntas. Ahí soy muy feliz. Después, tienes que convencer al director de que tu apuesta es correcta, y ser permeable tú también, claro.

Sin metas. El actor de moda es consciente de su suerte. Lo hemos visto como Sito Miñanco en Fariña; estrenará El silencio de la ciudad blanca de Daniel Calparsoro en 2019; ha grabado nuevos capítulos como Mateo en Velvet, y ya ha comenzado a preparar Hache, serie para Netflix con Adriana Ugarte sobre el contraband­o de heroína en la Barcelona de los 60. Me ofrecen trabajos radicalmen­te diferentes en los que no me puedo relajar, y lo agradezco porque no soporto acomodarme, me va la marcha. Y me da igual que sea cine o televisión, yo me fijo en el reto del personaje, nunca en el soporte. Lo suyo no es vocacional, quería ser deportista. Pero se cruzaron en mi vida personas que me liaron, y aquí estoy. Quizá por eso no soy ambicioso. No me metí en este trabajo persiguien­do una meta, sino deseando dejarme sorprender por lo que podía encontrarm­e en el camino. Eso sí, le echo muchas horas. Sin trabajo no hay nada.

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