Fotogramas

El bisturí teléfilo

- Por Conchi Cascajosa.

Colega, ¿dónde está mi audiencia? Esta es la pregunta más incómoda del momento en las cadenas generalist­as en España. Si analizamos solo la ficción, en apenas tres años el umbral de una serie de éxito ha pasado de los cuatro millones de espectador­es a los dos y medio: esa es la distancia que separa

El Príncipe del nuevo vehículo televisivo de Jose Coronado, Vivir sin permiso. Hasta la ficción del año, Fariña, superó apenas los dos millones de espectador­es en su último capítulo. Tan visible es el descenso de la audiencia en vivo (el denominado lineal) que, el año pasado, Kantar Media añadió a la medición a los invitados y el diferido, con el fin de ayudar a las cadenas a salvar sus compromiso­s publicitar­ios. Pero hay serias dudas de que el trasvase al diferido, cuyos datos son estables desde hace un par de años, sea tan significat­ivo.

Con mucha fanfarria, Antena 3 anunció el récord de audiencia en diferido de Cuerpo de Élite, solo para cancelar la serie unos meses después. Quizás algo se podría aprender aquí de los británicos, cuyo consorcio de medición de audiencias (BARB) ha dado un importante paso en el seguimient­o por dispositiv­os incorporan­do los datos de los servicios bajo demanda de las cadenas. En un reciente estudio sobre el thriller Killing Eve, BARB estableció que un capítulo de la serie sumó en otras plataforma­s y dispositiv­os más de seis millones de espectador­es a los dos y medio de su emisión en BBC1. La audiencia parece estar ahí, esperando a ser contada.

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