La cripta embrujada
Soy auténtico seguidor de aquellos personajes míticos de la historia y la leyenda que son adaptados, reinventados e incluso masacrados a la hora de ser llevados a la pantalla. De todos ellos, pocos tan fascinantes como ese rey Arturo que pone los pelos como escarpias a los británicos, pese al hecho de que posiblemente jamás existiera, al menos con las características que la literatura medieval le atribuye. Por eso, nunca me han molestado las versiones y, en especial, las perversiones que de sus hazañas se filman a menudo, puesto que cuando nada –o poca cosa– es real, todo está permitido. Sirva esto para aviso de quienes se sorprendan de que Rey Arturo: La leyenda de Excalibur, que edita en DVD y Blu-ray Warner Bros. Pictures, sea una de mis películas favoritas sobre el personaje y uno de los placeres culpables más placenteros y menos culpables de los que he disfrutado los últimos años.
Con naturalidad desvergonzada y de tamaño tan épico y enorme como el de sus fantásticos elefantes bélicos, Guy Ritchie, pasándose por el forro de su espada tanto los pocos datos históricos que sobre Arturo se conocen, como la Materia de Bretaña o el clásico de Malory, construye una saga de espada y brujería con toques de noir dickensiano, más próxima a sus películas de gánsteres con acento cockney, a exploits de los 80 como
Cromwell, el rey de los bárbaros o
Krull, a las ilustraciones de Frazetta y las portadas de discos de neo-folk y
heavy, que a ninguna impostura histórica, asumiendo alegremente una narrativa caótica, veloz y divertida, servida por actores tan apropiados como Charlie Hunnam o, sobre todo, Jude Law. Un delirio imprescindible para artúricos iconoclastas, amantes de espadas y brujerías frívolas, aburridos de hobbits y elfos pretenciosos.