Roma
★★★★★
Roma (EE. UU., México, 2018, 135 min.). Dir:
Alfonso Cuarón. Int.: Yalitza Aparicio, Marina de Tavira, Diego Cortina, Carlos Peralta. DRAMA.
La criada se levanta de la cama. Está amaneciendo. Va a la cocina a prepararse el desayuno. Enciende el gas con una cerilla que ha prendido en la pared, grabada con decenas de marcas de otras cerillas. Mira por la ventana. Prepara la cafetera, comprueba la temperatura del agua, se moja el escote. Después de colocar la cafetera en el fuego, se acaricia el vientre. Llora en silencio, mientras muele el café e intenta cerrar la puerta de la cocina con el pie. En apenas cuatro minutos de Umberto D. (1952), Vittorio De Sica resumía la belleza de lo humano en pleno movimiento, la circulación de los gestos de lo real en conexión con el tiempo psicológico y emocional de un personaje que, siendo completamente accesorio a la trama principal, encarnaba la épica de lo cotidiano. Nos gustaría pensar que a esa criada, que André
Bazin identificaba con la esencia del Neorrealismo, Alfonso Cuarón le ha imaginado una historia, que, en buena parte, coincide con la de Cleo (espléndida Yalitza Aparicio), la chica de servicio que trabajó para su familia, en un barrio de clase media de México D. F., a principios de los setenta. Roma es, en cierto modo, la versión extendida de la poética de esa secuencia.
Cleo, de sol a sol. Cada detalle cuenta para explicar a Cleo. El virtuosismo de los planos largos de Cuarón se vuelve transparente, integrando el drama personal de esta mujer valiente en la crisis de la familia que la emplea, de modo que, en los vaivenes de lo cotidiano, podamos entender, sin subrayados, que el arco dramático del personaje es, también, la crónica de cómo se fortalecen los vínculos emocionales entre distintas clases sociales en el microcosmos doméstico, y de cómo eso se traduce en una bella historia de solidaridad femenina. La intimidad, a lo grande. Si hay algo llamativo en Roma es la creación de un espacio íntimo, cómplice, entre el espectador y la vida que se despliega en la pantalla. Es, en comparación con Hijos
de los hombres o Gravity, una película pequeña, aunque sus estrategias formales –la citada duración de los planos, un bellísimo blanco y negro, el uso de una riquísima profundidad de campo en los planos generales, en especial en la felliniana visita a un barrio de los suburbios con demostración de artes marciales incluida– no escatiman medios para que, sin darnos cuenta, hayamos puesto un pie en todos los lugares que Cleo, calladamente, habita. Roma es una película envolvente sin ser impositiva, intensa sin ser sentimental, y hasta cuando se arriesga a arremolinarse en arenas movedizas –la escena de la playa o, especialmente, la de un parto en estado crudo–, consigue que algo parecido a la nobleza y la dignidad se cuele en sus imágenes. Sergi Sánchez Entrevista con Alfonso Cuarón en pág. 86
ESTRENO: 5 DICIEMBRE Y A PARTIR DEL 14 DICIEMBRE EN NETFLIX