Stan Lee.
Escritor y editor de cómics y productor estadounidense. 12 noviembre. 95 años.
Alain Resnais, su amigo íntimo, afirmó una vez que Estados Unidos llevaba décadas debatiendo quién era el gran escritor americano, si
F. Scott Fitzgerald o Ernest Hemingway, cuando la respuesta la tenía, impresa en cuatricomía, en centenares de tebeos: Stan Lee. Al director de Quiero ir a casa (1989), un precioso homenaje al mundo del cómic y a la figura del propio Lee, no le faltaba razón. Stanley Martin Lieber, tan de Manhattan como muchos de sus futuros humanos y neoyorquinos superhéroes, escribía compulsivamente desde pequeño. Hizo lo mismo, cual personaje de También somos seres humanos (1945), la película de William A. Wellman que, según él, mejor definió
lo que fue la Segunda Guerra Mundial, durante el conflicto bélico. Su sueño de ser ese novelista grande de las letras made in USA tendría que esperar. O mejor: se adecuó a las viñetas de las historietas de la editorial Timely, futura Marvel. Allí, a finales de los años 40, Stan Lieber fue ya Stan Lee e imaginó aventuras del Capitán América, tan maravillosas como las de una de sus creaciones más estimadas: el sargento Furia y su comando de aulladores.
¡EXCELSIOR!
1961 sería su año clave. Fue el inicio de la edad de plata (de oro en realidad) de los tebeos de superhéroes. Los 4 Fantásticos, Spider-Man, La Masa… Junto a dibujantes como Jack Kirby o Steve Ditko, Lee llegó a estar años y años escribiendo personalmente todas las colecciones de la Marvel, donde ya era editor jefe. El cine, su otra gran pasión (estuvo trabajando junto a Alain Resnais en un proyecto que no llegaría a cuajar), se le resistió. Impulsó las series de animación en los 80, las series en imagen real (El increíble Hulk) y algún que otro desengaño con la Cannon. Pero llegó Kevin Feige y el boom de films Marvel en los que Lee hacía divertidos cameos. Lo vimos, por ejemplo, como casi él mismo en La ambulancia (Larry Cohen, 1990) y como el Dios que era en Mallrats (Kevin Smith, 1995). ¡Excelsior, Stan!