Fotogramas

LA MÁSCARA DEL DIABLO

La coincidenc­ia en las pantallas de títulos como ‘La noche de Halloween’, ‘Suspiria’ o ‘La maldición de Hill House’, donde el terror habita a nuestro lado, habla, según el autor, de miedos sociales de más calado y bastante más siniestros.

-

Brujas, demonios, casas encantadas, y ese chico del barrio que un día se volvió psicópata y le dio por mutilar a los vecinos. A juzgar por los estrenos de terror más sonados en los últimos meses – La noche de Halloween, Suspiria o la serie La maldición de Hill House– los seres humanos apenas hemos evoluciona­do desde el inicio de los tiempos. Siguen asustándon­os los mismos espectros manidos, los fantasmas vestidos con sábanas blancas y los vampiros con dientes tamaño Freddie Mercury.

De hecho, siguen asustándon­os exactament­e las mismas películas. La noche de Halloween representa la enésima secuela de una serie que comenzó en 1978, quizá la más larga de la historia, tanto que su protagonis­ta Jamie Lee Curtis ha pasado ya de víctima virginal a abuela cazadora de monstruos. Suspiria es el remake, aunque bastante libre, de la película de Dario Argento de 1977.

Y La maldición de Hill House adapta una historia publicada en 1959 por Shirley Jackson, anteriorme­nte llevada a la pantalla en dos ocasiones.

¿Estamos ante una crisis creativa sin precedente­s? ¿Será que ya nadie tiene nuevas ideas? ¿Los productore­s, ávidos de dinero fácil, se limitan a reciclar viejos films olvidados para alimentar a los freaks del cine y atraer millennial­s?

Bueno, me temo que hay otra explicació­n. Y es mucho peor. Las películas de terror toman el pulso de los miedos sociales. Durante los años cincuenta, se populariza­ron en Hollywood las películas de extraterre­stres, esos invasores extraños que llegaban a Estados Unidos para destruir su cultura y saquear sus recursos, o sea, exactament­e iguales al retrato de los comunistas promovido por el macartismo. Durante esta última década, volvieron los zombies de Guerra Mundial Z, [REC] o The Walking Dead, ya no seres de ultratumba, sino víctimas de un contagio, el miedo global caracterís­tico de un tiempo de transporte­s rápidos, donde el ébola, la gripe A y la vaca loca podían transmitir­se por todo el planeta sin guardia de fronteras que valiese.

La noche de Halloween, Suspiria y La maldición de

Hill House tienen un inquietant­e elemento en común: que el terror habita en el interior de la gente que nos rodea. Y no hay explicació­n. Al vecinito le da por arrancar cabezas. Las prestigios­as bailarinas de la esquina son en realidad brujas que practican cultos diabólicos.

Tus hermanos –¡tu familia!– tienen poderes médiums, con los que atraen a los fantasmas. Sartre decía el infierno son los otros. En el cine de miedo de esta temporada, la máscara del diablo es la misma que nos sonríe cada mañana.

Quizá sea ese el miedo que le toca a nuestro tiempo. A fin de cuentas, Donald Trump manda arrojar gases contra niños centroamer­icanos. Matteo Salvini anuncia que echará a los inmigrante­s ‘a patadas en el culo’. Vox mete sus primeros parlamenta­rios en el Parlamento andaluz. El mundo actual tiene pánico de los seres humanos, de no conocerlos, de no saber qué piensan o quiénes son. Y las películas, como siempre, apenas son un pálido reflejo de lo que da miedo de verdad. *Santiago Roncagliol­o, escritor peruano autor de célebres novelas llevadas al cine como Abril rojo y Pudor, acaba de publicar El material de los sueños (Arpa), que explora la relación entre realidad y ficción.

“¿YA NADIE TIENE NUEVAS IDEAS? ¿LOS PRODUCTORE­S SE LIMITAN A RECICLAR VIEJOS FILMS PARA ‘FREAKS’ Y MILLENNIAL­S? ME TEMO QUE HAY OTRA EXPLICACIÓ­N”

 ?? Por Santiago Roncagliol­o*. ??
Por Santiago Roncagliol­o*.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain