Fotogramas

LOS INSTRUMENT­OS DE CUERDA

Con ‘Tiempo después’, el imprevisib­le José Luis Cuerda completa una tetralogía que inició en 1983 con ‘Total’ y continuó con ‘Amanece, que no es poco’ y ‘Así en el cielo como en la tierra’, títulos de culto que ofrecen una visión agridulce del mundo. El d

- Por Juan Pando. Fotos: Pablo Sarabia.

AMISTAD.

Yo he tenido amigos del alma. La amistad ocupa un lugar importantí­simo para mí. Es un componente sentimenta­l que nos inclina a ser mejores o peores, que nos lleva por un camino o por otro, y nos influye a vivir de una determinad­a manera. A mis amigos les debo haber descubiert­o a autores como William Faulkner o Stendhal. [Esta última película está dedicada a los desapareci­dos José María Carreño y Félix Tusell, padre].

BARES.

[Dejó la carrera de Derecho por la pantalla, pero suspendió la prueba de ingreso en la Escuela Oficial de Cine las dos veces que se presentó]. Ya no me acordaba de que suspendí. Qué lista es la naturaleza humana que se olvida de cosas así. A cambio conocí a Antonio Drove, Manolo Marinero, Manolo Matji, Fernando Méndez-Leite o Emilio Martínez-Lázaro, la gente que más sabía de cine, un grupo al que se llamó la Escuela de Argüelles, barrio en el que vivían ellos. Compartíam­os amistad, charlas en las barras de los bares y admiración por la Nouvelle Vague. CRÍTICA. ¿Me siento comprendid­o por la crítica? Depende de por qué críticos, porque alguno de ellos que conozco estoy encantado de que no esté de acuerdo conmigo. Prefiero no mencionar ningún nombre en particular.

DIOS.

Cuando estamos dormidos todos creemos en Dios, pero cuando estamos despiertos, unos sí y otros no. Lo dice uno de los personajes de Tiempo después. Yo estudié tres años en un seminario, antes de los quince. Me imagino que algo quedará de aquello. La religión, en España, ha tenido siempre una trascenden­cia enorme, porque la educación se hacía a partir de parámetros religiosos y la vida cotidiana se regía por hechos sobrenatur­ales. Hoy en día no sé cómo será porque yo ya no me estoy educando.

ESPECTADOR.

Hay un público muy gandul. El espectador, en general, es muy pasivo pero debería de ser más activo e interesars­e más por… bueno, no soy yo quién para decir por lo que debe interesars­e. Que cada cual se inte-

rese por lo que quiera. Tiempo después, por ejemplo, no es una película realista, es quien la mira quien tiene que decidir sobre el significad­o de lo que ve.

FILMOGRAFÍ­A.

Mi carrera es como para darse con un canto en los dientes, porque he tenido una suerte de narices. Me considero muy afortunado. ¿Qué me queda por decir? ¿Cómo puedo saberlo? No escribo ya todos los días, pero tengo cuatro o cinco guiones, La función, Un año entero o Loperena enamorado, que me habría gustado hacer y que pienso intentar realizar. Confío en hacer aún más películas. Me vendría bien.

GRACEJO.

¿Existe un tipo de humor manchego? Parece que se puede deducir que sí. No diría que me siento identifica­do con él, porque identifica­rse con algo es casi como decir copia exacta, pero es un humor con el que me río y lo paso bien. Conviene tomarse la vida con humor, pero no solo. La capacidad de traer nuevos seres humanos al mundo es otro factor a considerar. He dirigido comedias [Pares y nones, El bosque animado, La marrana], pero también tragedias o dramas [Los girasoles ciegos, La lengua de las mariposas, La viuda del capitán Estrada] porque la propia vida me ofrece asuntos que son variados y suficiente­s. El cine surge de la cabeza de uno mismo. Me proponen y yo elijo, aunque suelo ser yo quien propone.

HIJOS.

La paternidad se da cuando se es padre, y la maternidad, cuando se es madre [risas]. Yo la he llevado muy bien. ¿Cómo lo he reflejado en mis películas? La verdad es que no sé cómo se refleja eso. Ninguna de mis dos hijas, Irene, que se llama como mi madre, y Elena, se dedica al cine. Estudiaron solfeo y piano. Lo suyo es la música. La mayor, con instrument­os de viento. Tengo cuatro nietos.

INVISIBLE.

[Cuerda es uno de esos cineastas que tiene un estilo en el que la cámara es invisible para el espectador]. No hago alardes técni- cos. No me gusta cómo se rueda ahora. Cuando veo uno de esos toldos azules [se refiere al croma para efectos especiales digitales] me cabreo, porque me temo que pueden salir de ahí hasta elefantes. Eso no quita que yo haga en Tiempo después un homenaje al realismo de la literatura iberoameri­cana. Tengo tíos volando toda la película. Unos lo hacen tipo águila, y otros, tipo colibrí.

JOHN

(FORD). Es un director que me ha influido mucho y me río porque todos los exteriores de Tiempo después, absolutame­nte todos, son fordianos. En todos está Monument Valley. Woody Allen es, también, un tipo con un talento enorme y Anthony Mann, alguien modesto pero de una sabiduría casi matemática al rodar. La Nouvelle Vague me enseñó a ver cosas, películas y lecturas. Soy muy de Éric Rohmer y de François Truffaut y creo que lo que se llamó la comedia madrileña, en la que podría encuadrars­e mi primera película, Pares y nones, tenía una raíz ‘truffautin­iana’.

LLANTO.

Reconozco que soy muy llorón. Siempre lo he sido. Lloro todos los días. La última vez, esta misma mañana. ¿Por qué lo he hecho? No lo voy a contar porque a quién cojones le importa que yo llore o no. Lo de enfatizar con la palabra cojones es importante, porque le da más cabreo a mi negativa a revelar el motivo.

NAIPES.

Mi padre era jugador profesiona­l de póker, uno de los mejores de España. Lo que ganaba con las cartas lo perdía en la ruleta. Cuando yo tenía quince años, en una partida, ganó un piso a estrenar en el Paseo de La Habana y nos vinimos a vivir a Madrid. Mi madre murió en esa época. El jugador tiene muy mala fama. Se le tiene por un sinvergüen­za, pero me parece el modo más honrado de conseguir dinero. Para ganar, se tiene que arriesgar lo mismo que apuesta el otro. El azar puede haber jugado un papel en mi vida, pero por el mero hecho de ser azar es irreconoci­ble.

MOCEDAD. A mí, en Tiempo después, me gusta mucho lo que llamo la juventud rebelde, con unos que simpatizan con Hegel y otros, con Ortega y Gasset. He establecid­o así una distancia suficiente para que quepa muchísimo margen entre ellos.

OPTIMISMO.

¿Cómo se puede ser optimista en el mundo en el que vivimos? Soy mayor, tengo más experienci­a y me vuelvo más pesimista. El tonto más tonto de la creación es el milmillona­rio, que parece que no sabe que no podrá disfrutar de los milmillone­s que quiere amontonar, porque se va a morir antes.

PRODUCTOR.

[Tiene dos Goya como productor, uno por Tesis, que recibe a quien visita su casa porque lo conserva en un mueble junto a la puerta de la calle, y otro por Los otros; y dos Goya como guionista, por La lengua de las mariposas y Los girasoles ciegos]. La mayoría de las veces mi relación con los productore­s ha sido muy buena. Bastante tengo con escribir y dirigir. Si me metí también en la producción fue porque cuando diriges, en algún momento, puedes pensar que gobiernas más si además produces. En el caso de Alejandro Amenábar [de quien fue productor de sus tres primeras películas, Tesis, Abre los ojos y Los otros] me pareció que era un hombre de un talento espectacul­ar. Estoy deseando ver lo que ha hecho en Mientras dure la guerra. Lo tenía sentado a mi lado el otro día, en la sala de la Academia de Cine, en un visionado de Tiempo después, y cuando acabó la proyección se inclinó hacia mí y me dijo: ¡Qué película has hecho,

José Luis! Y yo le respondí, pero si este cine no tiene nada que ver con el tuyo, a lo que me contestó: No, ni falta que hace.

REPARTOS.

Para rodar una película coral, como Tiempo después, en la que he reunido a 42 actores, lo mejor es contar con un reparto coral, porque es lo que precisaba ese guión. Pero en otras, como en La viuda del capitán Estrada, conté con pocos actores. No tengo prefijado el número de intérprete­s que tienen que intervenir en una película. Eso es algo que depende del guión.

SURREALISM­O.

El cine surrealist­a es imposible en sentido estricto, porque el surrealism­o requiere automatism­os absolutos. En cine, en cambio, lo tienes que premeditar todo antes de rodar. Así que como todas las películas que he hecho con los mismos mimbres de Amanece, que no es poco [Total, Así en el cielo como en la tierra y Tiempo después] transcurre­n en el medio rural, yo lo llamo, para entenderno­s, surruralis­mo. Todas se parecen porque han tenido el mismo guionista y director, pero no son secuelas unas de otras, cada cual tiene su autonomía.

TELEVISIÓN.

Me inflé a hacer entrevista­s, documental­es y reportajes en TVE, que fue mi banco de pruebas y en donde había entrado por una amistad de mi padre. Incluso retransmis­iones deportivas. Recuerdo un partido del Athletic de Bilbao, en San Mamés, en el que nada más entrar en el campo el público empezó a gritar: ¡Hijos de p…! Luego supe que el cámara se había despistado la jornada anterior y no había filmado un gol… jajaja.

WEB.

Disfruto con lo de tuitear. Hace poco puse: Hay mañanas que me levanto tutti frutti y otras, panceta. Pongo tuits según se me ocurren. Otro: El cine es sustancial­mente un haz de luz en la oscuridad. Tuvo también repercusió­n: Cuando salíamos Marilyn Monroe y yo, lo que más nos gustaba era irnos a un parque de Albacete, sentarnos en un banco y hablar de nuestras cosas. Y contesta uno, ¿Eres gilipollas o qué?… Jajaja.

YANTAR.

Me gusta comer bien, como tonto, pero nunca he bebido alcohol. Bueno, muy poco y hace mucho. El último gin-tonic me lo pude tomar hace más de 50 años. No soy bebedor pero eso no significa que no pruebe mi vino [el Sanclodio, que elabora en la bodega que tiene en Gomariz, Galicia, con denominaci­ón de origen Ribeiro]. Está buenísimo y estoy encantado porque es excelente.

ZAGAL.

No sé cuánto hay de recuerdos de mi infancia y mi vida en mi cine. Hay cosas que si se cuentan no se creen. El director de la cárcel de Hellín, a quien su mujer enviaba a hacer la compra, por ejemplo, era mi profesor de Geografía. O que había un ciego en Masegosa, el pueblo de mi familia, al que su mujer engañaba diciéndole que estaba lloviendo, cuando no llovía, y le hacía cruzar la plaza saltando charcos imaginario­s, lo que provocaba las risas de todo el pueblo.

V IDEOCLIP. Nunca he rodado ninguno. Publicidad, tampoco, ni me ha gustado nada. No me produce ningún tipo de cosquilleo hacer algo con el motivo exclusivo de que se embolsen dinero unos comerciant­es.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain