Fotogramas

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- Por Juan Pando

No me acabo de creer que Los europeos, que es una de las novelas más importante­s de Rafael Azcona, no se haya adaptado al cine hasta ahora. Lo explica a FOTOGRAMAS Víctor García León, que además de estrenar este mes la serie Vota Juan (ver página 105), de la que es coguionist­a y codirector, se ha embarcado en esta versión cinematogr­áfica del texto de quien fue el guionista más respetado de nuestro cine. Es la historia de dos tipos que viajan a Ibiza como quien va a la isla de Peter Pan a recuperar una juventud que ya se le ha escapado; una trama que tiene algo con lo que me identifico yo y una generación, la mía, que se define más por la evasión que por el compromiso, por no querer crecer ni ser adulto, un sentimient­o que no solo sigue vigente hoy en día sino que creo que va a peor.

La otra cara del landismo. Los protagonis­tas son Antonio (Juan Diego Botto), un arquitecto, señorito franquista, que se dedica al dolce far niente, y su amigo Miguel (Raúl Arévalo), a quien arrastra en sus calaverada­s. Juntos se van a Ibiza a vivir aventuras pasajeras, y conocen a una francesa, que interpreta Stéphane Caillard, con lo que se les complica todo. Van por lana y salen trasquilad­os, porque descubren que las extranjera­s vienen a por el nativo y luego se marchan dejándonos con cara de tontos. Esa sensación que tiene quien recibe un esmoquin para ir a una fiesta y al llegar a ella descubre que lo han invitado como camarero. Eso es lo que se cuenta en la película, el reverso tenebroso del landismo.

La Ibiza que se desvaneció. El rodaje se ha desarrolla­do cuatro semanas en Ibiza y una, en Barcelona. La acción se ha mantenido, como en el original, y no es casualidad, en el emblemátic­o año 1958. En la isla lo llaman el verano que lo cambió todo. Los extranjero­s llegaban a un sitio muy bonito, que empezaron a esquilmar por completo. Fue cuando sus habitantes se dieron cuenta de que ganaban mucho más dinero alquilando sus casas que trabajando todo el año. Quiero reflejar cómo se corrompen los dos protagonis­tas pero también la isla entera.

El cine como carrera de fondo. Con

Los europeos, García León, cineasta nominado a Mejor Director Novel con su ópera prima, Más pena que gloria

(2001), que reafirmó su condición de talento a seguir con Vete de mí (2006), regresa al cine tras el nuevo impulso que le ha dado a su carrera Selfie

(2017). Te sientes que has llegado a algún sitio y te encuentras de golpe

con el desierto abrasador, se sincera. La industria hoy es un sitio complicado y hostil, con mucha gente que no quiere que haya películas con un mínimo de riesgo y autoría. Hasta que comprendí que nadie me iba a llamar nunca más no me puse a rodar, e hice Selfie con un grupo de amigos y cuatro pesetas. Ha repetido ahora con los mismos productore­s de ese film, Jaime Gona y Enrique López Lavigne. Tengo la suerte de hacer esta película, pero sé que nadie me garantiza nada, así que al acabar el montaje me pondré con mi siguiente proyecto, a favor de mercado o en contra de él, concluye.

UN PAR DE SEDUCTORES

Yo había trabajado, cuenta García León, con Raúl Arévalo, en una obra de teatro titulada La última noche de la peste, y con Juan Diego Botto, en Vete de mí. En el cine español tardamos tanto en levantar los proyectos que lo mejor es contar con gente a quien conoces y con quien tienes confianza. Me llevo tan bien con Raúl y con Juan, y me gusta tanto cómo trabajan que lo lógico era optar por ellos. Son unos actorazos, están estupendos en la película y yo, como decía Lina Morgan, Agradecido y emocionado.

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 ??  ?? Juan Diego Botto, de traje, y Raúl Arévalo, con camisa blanca, en el puerto de Ibiza.
Juan Diego Botto, de traje, y Raúl Arévalo, con camisa blanca, en el puerto de Ibiza.
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