Laberinto de pasiones
Con el reclamo “de los creadores de La casa de papel”, llega a Movistar+ ‘El embarcadero’, una serie que gira en torno a un triángulo sentimental con elementos de thriller en la que nada es lo que parece.
El actor del momento, Álvaro Morte, Irene Arcos y Verónica Sánchez son el atractivo trío protagonista de ‘El embarcadero’.
Hasta hace un par de años, Álvaro Morte (Algeciras, 1975) era un actor prácticamente desconocido salvo para los fieles seguidores de El secreto de Puente Viejo, la serie en la que dio vida, durante 535 episodios, al doctor Lucas Moliner.
Sin embargo, hoy en día, tiene que recurrir al clásico disfraz de las celebrities (gorra y gafas) para intentar avanzar 20 metros sin que le supliquen un selfie.
Tanto si pasea por las calle de Madrid como por las de Londres o Bangkok. Y todo por protagonizar
La casa de papel, la ficción española sobre el atraco a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre que, en pleno rodaje de su tercera temporada, es un fenómeno planetario. Premio Emmy a la Mejor Serie Internacional y la más vista de habla no inglesa en Netflix, su recreación del carismático Profesor lo ha convertido en el actor de moda al que siguen casi tres millones y medio de personas en Instagram. Me ha cambiado rotundamente la vida. He pasado de hacer una serie diaria a ser una estrella mundial, pero tengo los pies en el suelo. Lo disfruto con agradecimiento pero también con la tranquilidad que da saber que, posiblemente, esta fama sea efímera. Es algo imposible de colocar, simplemente sucede y hay que tomárselo con cierto humor. El hecho de que me haya pillado cumplidos los 40 también influye. Ahora tengo un montón de ofertas de cine y televisión, de España y de fuera, que tengo que valorar con mucho cuidado porque las decisiones que tome en este momento son fundamentales,
explica. Una absoluta bendición
con la que nunca había fantaseado desde que dejó los estudios de Telecomunicaciones por la interpretación. Recuerdo que, antes de todo esto, mi chica (Blanca Clemente, estilista y madre de sus mellizos de cuatro años, León y Julieta) me decía Álvaro, la posibilidad de pegar un pelotazo pasó, tú ya estás en otra pero, probablemente, serás un secundario maravilloso. Y no me cabe duda de que yo habría sido tan feliz como ahora.
PROTAGONISMO FEMENINO
Con todos los ojos puestos en él, Morte ha vuelto a confiar en Álex Pina, el nuevo Midas de la ficción global (responsable junto a su pareja, Esther Martínez Lobato, y su productora, Vancouver, de La casa de papel y Vis a vis), para volver a la televisión.
Y lo ha hecho con El embarcadero, la serie de Movistar+ en la que da vida a Óscar, un ejecutivo felizmente casado con Alejandra (Verónica Sánchez) que, tras aparecer muerto en circunstancias sospechosas, se descubre que mantenía una relación sentimental paralela con Verónica (Irene Arcos).
Mis padres siempre han formado una pareja sin fisuras y eso es lo que yo he visto en casa.
Soy un monógamo convencido y disfruto mucho de mi vida familiar. Por eso he tenido que hacer un esfuerzo para entenderlo y asumir que él ama profundamente a ambas mujeres porque cada una le da cosas completamente diferentes a las que es incapaz de renunciar. Porque no nos engañemos, a priori estamos contando la historia de un cabrón que le pone los cuernos a su esposa y pensábamos ¡las mujeres nos van a matar! Pero las que han visto la serie comprenden perfectamente a Óscar, lo mismo que entenderían si las infieles fueran ellas. Porque en esta historia las verdaderas protagonistas son estas dos mujeres muy distintas pero igual de fuertes.
Verónica Sánchez (Sevilla, 1977), candidata en tres ocasiones a los Goya ( Al sur de Granada, 2003, Camarón, 2005 y Gordos, 2009) y curtida en series de éxito como Los Serrano (2003-2008) y Sin identidad (2014-2015), también alaba la capacidad de los creadores de El embarcadero para darle una vuelta de tuerca a la forma de rodar (cámara en mano y sin artificios), y al tratamiento de temas universales como el amor, la muerte o la infidelidad. Esta serie va a suscitar mucho debate porque te zarandea y te hace plantearte cosas que pueden resultar incómodas. Y lo mejor es que la trama nunca discurre por donde uno imagina. La gente va a esperar que mi personaje, una arquitecta algo cuadriculada, se comporte como una viuda doliente pero, en vez de eso, decide poner su vida patas arriba para descubrir toda la verdad, declara. ¿Eso quiere decir que algo está cambiando en la ficción televisiva? Sobre todo, me encanta comprobar que los personajes femeninos han ido ganando capas. Cada vez son más complejos y parecen menos obligados moralmente a caerles bien al público. Tradicionalmente, teníamos un comportamiento intachable o éramos la mala malísima de la historia, pero ahora somos más interesantes y menos previsibles. Y eso le da la vida a una actriz.
EXPECTATIVAS DE ÉXITO
Yo ya había soñado con el personaje de Verónica,
afirma Irene Arcos (Madrid, 1981). Cuando me preguntaban a quién me gustaría interpretar, siempre pensaba en alguien como ella: libre, sensual, tierna, guerrera… Y, de repente, se hace realidad y te entran todos los miedos: ¿seré capaz de hacerlo? Porque para convertir este sueño en realidad, la actriz tuvo que someterse a interminables pruebas durante semanas. Fue durísimo. Me recogían por la mañana y me soltaban por la noche, día tras día. Había mucha gente a quien convencer porque yo era una actriz casi desconocida para las cadenas y no tenía tantos seguidores ni popularidad como otras intérpretes. Por desgracia, no se suele arriesgar con los personajes importantes, pero en este caso se acordaron de mí por mi participación en Vis a vis. Arcos estudió Comunicación Audiovisual pero, tras unos años trabajando como ayudante de cámara en series como Hospital Central,
decidió que nunca sería del todo feliz si no se tiraba a la piscina. Siempre envidiaba a los actores y los observaba con una punzada en el corazón, algo que solo dejé de sentir cuando me convertí en uno de ellos y encontré mi sitio. Desde entonces, ha protagonizado obras de teatro como Troyanas y Trainspotting, y disfrutado de pequeños papeles en varias series, pero sin dar el gran salto.
¡He aprendido tantas cosas en El embarcadero!
Ha sido un viaje increíble que me ha cambiado personal y profesionalmente para siempre. Ya sé que suena al clásico tópico que decimos los actores pero en mi caso, que llevo 11 años peleando, luchando y recibiendo ‘noes’ en infinidad de castings, no te lo puedes ni imaginar. Los intérpretes somos como el ave fénix, nos someten a juicios constantemente,
sobre todo a las mujeres, y, cuando nos rechazan, no queda otra que asumirlo y volver a empezar.
Por eso, cuando me vi en un cartel gigante en Madrid apenas pude contemplarlo durante un minuto sin dejar de llorar.
La expectación con El embarcadero es enorme. Álvaro, Verónica e Irene reciben mensajes desde todos los rincones del mundo de desconocidos que afirman contar las horas para ver, como reza el eslogan publicitario, lo nuevo de los creadores de La casa de papel. Los tres reconocen que la presión está ahí y es imposible ignorarla, pero no son unos recién llegados y tratan de no dejarse intimidar. Intento que no me arrastre y aislarme porque, si no, puede anularte como actor y volverte loco, reconoce Álvaro.
Yo me lo tomo bien y me quedo con la parte positiva, que es saber que tu trabajo ya no va a ser local sino global, afirma Verónica. Solo de pensarlo me pongo nerviosa, pero no sé si este trabajo va a suponer un subidón en mi carrera o todo va a seguir igual. Prefiero centrarme en el presente, pero sería maravilloso poder hacer una película…, fantasea Irene.