Fotogramas

Drama Crítica

- ESTRENO: 1 FEBRERO Antonio Trashorras Entrevista con Viggo Mortensen en pág. 50

Derechos civiles’ es la expresión, básicament­e eufemístic­a, a la que hace décadas los estadounid­enses se aferraron cual clavo ardiendo para aludir la ignominia de que, bien avanzado el siglo XX, la autoconsid­erada sociedad más justa del planeta (y a ver quién lo dudaba) necesitase aún de una ardua lucha interna para paliar la rampante desigualda­d a la que desde siempre había estado sometida parte de su población por el mero hecho de pertenecer a una raza distinta a la de los colonizado­res europeos. Siempre bienintenc­ionados, a veces melifluos, y con frecuencia diseñados más para masajear conciencia­s y acaparar galardones que pensando en afrontar riesgo creativo alguno, los civil rights dramas forman parte casi medular del discurrir creativo y comercial durante los últimos 50 años del Hollywood más ideologiza­do y afín a la ‘izquierda caviar’ o, como diría Tom Wolfe, al radical chic; véase, la progresía acomodada y mayoritari­amente caucásica. Empapado de humanismo pragmático, a ras de suelo, Green Book es un

civil rights drama canónico, de manual incluso, con todo lo que ello implica de apariencia más bien cuqui, chute inspiracio­nal y aproximaci­ón templada a los desajustes raciales –como ocurre en Figuras ocultas (T. Melfi, 2016), o en la inadvertid­a pero no tan desdeñable 42 (B. Helgeland, 2013), o en Criadas y señoras (T. Taylor,

2011), o tantas otras hasta retroceder a

Adivina quién viene a cenar esta noche (S. Kramer, 1967) y Matar a un ruiseñor (R. Mulligan, 1962 ), intentando ubicar los orígenes del subgénero–.

Una pieza de orfebrería. Película intachable si no es desde cierta susceptibi­lidad ideológico-académica que convierte lo quisquillo­so en paranoide hasta tambalears­e al filo mismo de la patología, podrá no ser una obra de arte, pero desde luego sí lo es de orfebrería; y aunque tampoco haga crujir los goznes de la expresión fílmica, sin duda apabulla por lo bien pensada y mejor hecha que está. Uno podría ejercer de refunfuñón más papista que el Papa, de Don Limpio de la autenticid­ad artística y, por qué no, de sumo patrón del tarro de las esencias antirracis­tas, y reprocharl­a no ser lo que jamás pretendió, o no alcanzar, digamos, la áspera brillantez de Mudbound (Dee Rees, 2017) ni la prodigiosa sutileza de Loving (J. Nichols, 2016) –si acaso comparte más con su precedente de gama media, Por encima de todo (J. Kaplan 1992)–. Pero un proyecto tan espléndida­mente ejecutado y de visionado tan satisfacto­rio en absoluto merece la desdeñosa ocurrencia de ser etiquetado como un Paseando a Miss Daisy (B. Beresford, 1989) con los pigmentos invertidos.

 ??  ?? Viggo Mortensen y Mahershala Ali.
Viggo Mortensen y Mahershala Ali.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain