PÁJAROS DE VERANO.
‘Cafarnaúm’. Nadine Labaki alcanza la madurez como cineasta gracias a este descarnado film, Premio del Jurado en Cannes y candidato a los Oscar, que sigue los pasos de un niño que deambula por las calles del Líbano.
Zain es un niño de 12 años que solo ha conocido la pobreza y el desprecio. Después de haber delinquido, presentará una demanda contra sus progenitores por haberlo traído al mundo.
¿De dónde surge la necesidad de hacer esta película?
Todos los días vemos a nuestro alrededor pobreza, niños que intentan lavar el parabrisas. Los tenemos delante, pero no los vemos, son invisibles y viven al margen de la sociedad. Así que me acerqué a las zonas más desfavorecidas de Beirut para conocerlos, saber cuáles eran sus necesidades, sus sufrimientos. Normalmente los niños no tienen voz, siempre son los adultos los que hablan por ellos, nunca están lo suficientemente representados y yo quería que fueran ellos los que contaran su historia. La demanda con la que se abre la película, ¿la tomó de algún caso real?
Es ficción, pero surge de mis charlas con muchos de esos niños. Todos me decían que no eran felices, que no entendían por qué habían nacido si sus padres no los querían y ni siquiera les daban de comer. Es una forma de denunciar al sistema a través de ellos. La mayoría de estos niños no saben el día que han nacido, ni su edad, nadie les ha felicitado su cumpleaños. Creen que son animales,
no soy nada, dicen. No tienen identidad.
La película habla de muchos temas delicados alrededor de la infancia. ¿Cómo los organizó a través del guión?
Quería hablar de los niños, de los problemas domésticos, de los matrimonios concertados con menores, del tráfico de personas, de la identidad de los marginados… Me di cuenta de que todo eso se asemejaba al infierno, era
Cafarnaúm. Y a partir del nombre todo comenzó a tomar forma. Debía tener una base real, así que empecé a buscar en las calles, en los centros de detención, en los tribunales de menores, en los barrios conflictivos. Y en paralelo a mi búsqueda, fue surgiendo la historia.
¿Quería retratar la situación en el Líbano o que tuviera un carácter más universal?
Es un problema que lamentablemente se da en todas las grandes ciudades. Siempre ha ocurrido, pero ahora se ha agravado con la emigración. Se les desprecia y anula, y el resultado es que se convierte en un nido de odio, de cólera hacia la otra sociedad en la que vivimos nosotros. Y después nos preguntamos de dónde vienen los terroristas, si los estamos criando.
Logra sacar a los niños muchísima intensidad y expresividad en la película. ¿Cuáles fueron sus técnicas de trabajo?
Intentamos que el equipo fuera mínimo y que interfiriera lo menos posible. Lo que hicimos fue rodar sin parar, llegamos a las 500 horas a lo largo de seis meses. Todo fue muy natural, solo hay que captar el gesto en el momento preciso. Ahí está la clave. Y el amor. Los niños tienen que sentirse queridos y seguros, es tan simple como eso.
ESTRENO: 15 FEBRERO Capharnaüm (Líbano, 2018, 121 min.). DRAMA.