Anna Karina.
Actriz y cantante danesa nacionalizada francesa. 14 diciembre. 79 años.
Una de las musas de la Nouvelle Vague, Hanne Karin Blarke Bayer llegó de su Dinamarca natal a París con 17 años y ansias de libertad. Destacaría como modelo (cuenta la leyenda que fue Coco Chanel quien sugirió que adoptara el nombre artístico de Anna Karina) y cantando en locales de inquieta clientela intelectual. A finales de los años 50 conocería a Jean-Luc Godard con quien establecería una relación tanto sentimental como profesional que cristalizaría en buena parte de los mejores largos de aquella nueva ola cinematográfica: Una mujer es una mujer, Vivir su vida, El soldadito, Banda aparte, Lemmy contra Alphaville, Pierrot el loco, Made
in USA… Esa relación terminaría abruptamente debido al carácter del director. En esos tiempos, la actriz se divirtió con un doble y breve papel en Cléo de 5 a 7,
el film dirigido por Agnès Varda en 1962.
Viviendo su vida. Más allá de Godard, su trayectoria en el cine la llevó a trabajar a las órdenes de directores como Luchino Visconti ( El extranjero, 1967), Roger Vadim ( Juegos de amor a la francesa,
1964), Jacques Rivette ( La religiosa,
1966), el papel del que más orgullosa se sentía; George Cukor ( Justine, 1969) o Rainer Werner Fassbinder ( La ruleta rusa, 1976). Además de Cukor, su relación con un cine más internacional tendría ejemplos como Cadenas de libertad (John Lee Thompson, 1968), la extraña Risa en la oscuridad (Tony Richardson, 1969) o un thriller de espionaje de Lee H. Katzin ( El contacto de Salzburgo, 1972). Iría espaciando sus intervenciones en cine, la mayoría en Francia, y en series de televisión para potenciar su nunca abandonada carrera musical y como escritora. Jonathan Demme contó con ella para su afrancesado remake de Charada, La verdad sobre Charlie (2002). Allí, sus ojos, aquellos ojos que deslumbraron a toda una época del cine, volvían a fascinarnos. Probó suerte tras las cámaras con dos películas: Vivre ensemble (1973) y Victoria (2008).