‘Robot Dreams’, un reto animado

Yo intento sorprender y sorprenderme con cada película, en cuanto que busco hacer algo diferente tomando caminos que no he frecuentado, en el plano narrativo y formal, o al experimentar con nuevos géneros. En el caso de Robot Dreams, el proyecto que tengo en desarrollo, va a ser una cinta de animación, un campo que no había explorado antes. Ha surgido, sin embargo, de modo natural porque a mí lo que más me interesa es escribir con imágenes y me gusta mucho el trabajo previo que es imaginar y dibujar la película en storyboards. Al acabar Abracadabra tiré por intuición por la novela gráfica de Sara Varon en la que se basa y que me cautivó. Nunca decido mis proyectos de manera racional porque si no me habría quedado en Estados Unidos o no habría hecho Blancanieves. Y no me ha ido mal. A los directores nos gusta sintetizar con pocas palabras el alma de la película, y esta tratará de la amistad, su importancia y su fragilidad. Aborda, bajo su aspecto sencillo, una historia abierta, que puede interesar tanto a un niño como a un adulto. Se aproxima, en sensibilidad, al mundo de Miyazaki, Studio Ghibli o a ciertos títulos de los estudios Pixar. Me fascina el cine de animación japonés, su nivel de producción, su humanidad y su sentido del humor. Cuento con José Luis Ágreda como director de arte, que lo ha sido también de Buñuel en el laberinto de las tortugas, con grandes artistas en el equipo y con mis productores, Arcadia Motion Pictures y Noodles Production. Mi mujer (la fotógrafa Yuko Harami) y yo estamos aprovechando el confinamiento, que pasamos en Madrid, para ver con nuestra hija (Akio), de 16 años, clásicos que queríamos compartir con ella. Echo mucho de menos ir al cine, verlo en pantalla grande, con más gente y poder comentar lo visto a la salida.