La cripta embrujada
FANTÔME FATAL
No todo el terror de los 80 era teenager. Uno de los títulos más memorables de comienzos de la década contó con un reparto encabezado por los venerables Fred Astaire, Melvyn Douglas, Douglas Fairbanks Jr. y John Houseman, quienes sumaban entre todos más de 300 años cuando protagonizaron Historia macabra (John Irvin, 1981), pese a ello igualmente denostada por la crítica. Una estilosa versión de la novela de Peter Straub Fantasmas, editada ahora por Divisa, para la que el experto en adaptar a King, Lawrence D. Cohen, destiló los elementos básicos del libro, creando una historia de fantasmas atmosférica y elegante, con aroma retro, un Craig Wasson siempre enamorado de la mujer equivocada (poco después lo veríamos tropezar con la misma piedra en Doble cuerpo) y una sumamente sensual, inquietante y tan perturbadora como perturbada Alice Krige, fantasmal y gélida femme fatale dispuesta a cobrarse justa (o quizá no) venganza, tras medio siglo de odio gélido.
El británico John Irvin aportó aliento gótico y clasicismo formal, un tanto Hammer, a un film agradecido no solo por la fotografía tenebrista de Jack Cardiff, los macabros maquillajes de Dick Smith y la romántica música de Philippe Sarde, sino por ciertos elementos que pueden haber influido hasta en las estancadas aguas del J-Horror, con sus húmedos espectros femeninos. Alice Krige siempre tuvo un no sé qué sonámbulo y felino, que la convierte en representante ideal de esa raza exquisita y maldita, tan poco afín a la corrección política, que es la genuina femme fatale…
incluso después de muerta.