La cripta embrujada
CLASS REUNION 1932
En 1973, un Robert Altman que representaba la iconoclastia del Nuevo Hollywood en plena forma, con complicidad de la veterana escritora Leigh Brackett, deconstruyó formal y moralmente al Philip Marlowe de Chandler y la figura del detective hard boiled, en su deliciosa Un largo adiós. Casi 30 años después, un Robert Altman que representaba la autoridad del extinto Nuevo Hollywood en plena forma, con complicidad del guionista británico Julian Fellowes y de Bob Balaban, deconstruyó formal y moralmente la clásica novela enigma a lo Agatha Christie y la agonizante clase alta inglesa de entreguerras, en su deliciosa Gosford Park (2001), editada por A contracorriente, remasterizada y con estupendos extras. Justamente alabado en su día, este cinéfilo murder mystery en gran mansión, este whodunit coral donde lo que menos importa es quién lo hizo, representa la elegante culminación del espíritu heterodoxo e inconformista de Altman, que disfrutaba como nadie adoptando los géneros clásicos (western, noir, bélico, musical…) y adaptándolos a sus estrategias desmitificadoras, irónicas y hasta crueles, desbaratando las expectativas del espectador para, paradójicamente, insuflar nueva vida y relevancia, tanto estética y formal como crítica y moral, a sus gastados tópicos. Con reparto impresionante, Gosford Park,
entre el humor y el melodrama, entre Arriba y abajo, y Downton Abbey
(que surgiera a su calor), funde y confunde a Poirot con M. Hulot, a Agatha Christie con John Galsworthy, mientras su comentario histórico y social, sutil pero ácido, deja a la altura del betún el blando maniqueísmo de imitaciones actuales como la sobrevalorada Puñales por la espalda.