Zombi Child
★★★★★ Zombi Child
EInt.: vacilante. Una apuesta por el anacronismo que el francés Bertrand Bonello ya puso en práctica en Casa de tolerancia (2011) y que ahora instiga el diálogo libre entre pasado y presente que da forma a
Zombi Child. La vertiente pretérita del film, en la que resuenan los ecos de Yo anduve con un zombie (J. Tourneur,
1943), transcurre en la Haití de 1962 y resigue la verdadera historia de Clairvius Narcisse, quien fuera esclavizado tras ser convertido en un zombi por obra del vudú. Luego, la vertiente contemporánea, tocada por el aura etérea y alucinada de films como
Picnic en Hanging Rock (P. Weir, 1975) y Carrie (B. De Palma, 1976), se adentra en los devaneos sentimentales y esotéricos de un grupo de chicas internadas en un elitista instituto
Louise Labeque y Wislanda Louimat.
Dir.:
DRAMA FANTÁSTICO.
n una de las primeras escenas de Zombi Child, el historiador Patrick Boucheron aparece impartiendo una clase en la que propone una visión de la historia discontinua, parpadeante, parisino, reservado para las descendientes de los destinatarios de la Legión de Honor.
Cada mitad de Zombi Child contiene suficientes dosis de misterio para despertar la fascinación del cinéfilo, pero el verdadero interés del film emana de las múltiples lecturas que genera la interacción entre sus partes, de la denuncia de las lacras del colonialismo al cuestionamiento de la ‘excelencia’ uniforme promulgada por el imaginario neoliberal. He aquí la grandeza de Bonello, el cineasta de las emociones fuertes, la mirada radical y el alimento para el pensamiento.
Lo mejor: su inquietante sensualidad.
Lo peor: el peligro de creer que los misterios del film tienen una explicación elemental.