El desorden que dejas.
El creador Carlos Montero y la (co)protagonista de la serie Inma Cuesta nos ayudan a descubrir los secretos de ‘El desorden que dejas’.
Un cuento de fantasmas (TV).
No habían vuelto a verse las caras desde que acabó la grabación, justo en marzo, así que su reencuentro, motivado por el estreno de la serie de Netflix de ocho episodios, está sazonado con risas y buen humor desde el momento en que narran, interrumpiéndose continuamente, su primer encuentro. Como dice Montero, Inma Cuesta lo cuenta mejor: Me leí la novela de Carlos, que había ganado el Premio Primavera, el año en que salió, y me atrapó ya desde el título. Llamé a mi representante, Antonio [Rubial], porque me interesaba el personaje de Raquel y quería saber quién tenía los derechos, pero ya estaban comprados por el propio autor. Cuando ya había olvidado la idea, me encontré con Carlos en una entrega de premios y ¡me ofreció el papel! Yo creí que era una de esas casualidades de la vida, pero él ya conocía mi interés por el personaje. Carlos Montero: Acordamos un encuentro en un café de Madrid, pero estaba tan guapa que casi no la veía de Raquel, una humilde profesora de Literatura que llega al ficticio pueblo gallego de Novariz para sustituir a la anterior, Viruca (Bárbara Lennie), que se ha suicidado. Su expareja, Mauro (Roberto Enríquez), cree que ha sido un asesinato y sospecha de Iago (Arón Piper), uno de sus alumnos.
Inma Cuesta: Raquel tiene una evolución enorme. Carlos dirigió los dos primeros capítulos y en ellos ambos buscamos momentos tiernos para que la gente pensara que sus alumnos se la iban a comer, pero luego se impone.
Si hubiera sido una película se habrían perdido todos esos detalles que sí aparecen en la serie. En todos los capítulos pasan cosas y todos acaban en lo más alto, con otra revelación.
C. M.: Los héroes que más me gustan son los que no lo parecen y que van creciéndose con los problemas. Raquel es un cervatillo asustado en medio de una manada de lobos, pero sigue para adelante y eso Inma lo clava. Es una de las actrices por las que se siente empatía desde el primer momento. Bárbara y ella siempre me daban la opción correcta para cada secuencia.
I. C.: No siempre te encuentras a directores que transmiten alegría, ¡Carlos lo puso muy fácil! Nuestro trabajo no es tan grave, en el fondo es un juego. Y él creó un ambiente maravilloso. Cuando se fue a Madrid [lo sustituyeron en la dirección Sílvia Quer y Roger Gual] nos costó mantener la energía.
C. M.: Yo les decía que había que pasarlo bien porque no sabíamos cómo iba a quedar la serie. Me ayudaron los mara
villosos profesionales que hay en Galicia, muy ilusionados por su trabajo; la productora Emma Lustres, de Vaca Films; el director de fotografía, Isaac Vila; la directora de casting y ayudante de dirección Conchi Iglesias, y todo el reparto. Estaba completamente arropado. ¡Incluso Inma me aconsejaba para colocar la cámara en el mejor sitio!
I. C.: Siempre me sorprendía su capacidad para probar otras cosas, para aprender. Muchos directores con los que he trabajado no quieren cambiar nada.
C. M.: Como guionista ya sé mis carencias y mis virtudes, pero Netflix me animó a probar tras la cámara y no puedo estar más agradecido.
I. C.: Y eso que la serie tiene muchos momentos duros. El personaje de Raquel esconde también un lado muy oscuro y, por ejemplo, Bárbara tiene un momento maravilloso contando las confidencias de Viruca. Todos tenemos nuestras luces y sombras.
C. M.: Como autor me gusta provocar incomodidad, creo que es mi estilo.
La gran diferencia con la novela es el personaje de Viruca, que en la serie tiene mucho más protagonismo. En la sala de montaje probé cosas para que, aunque ella está muerta, parezca que comparte tiempo con su sucesora en el instituto. No quería los típicos flashbacks.
I. C.: Eso lo comprobé después, cuando vi lo rodado. Que Viruca siempre estuviera allí fue un hallazgo para mantener la tensión. Era la tercera vez que coincidía con Bárbara, después de Águila Roja y Todos lo saben, y nunca tenemos largas secuencias. Solo nos veíamos fuera del rodaje. Ojalá un día compartamos grandes papeles. Es una de las mejores actrices de nuestra generación.
C. M.: El tercer vértice, Arón Piper, fue una apuesta personal. Su Ander, de Élite, podía ser un gran Iago por su combinación de chulería y fragilidad. Mis compañeros de montaje, que son los mismos en las dos series, no lo reconocieron. Estaba transformado. ESTRENO: 11 DICIEMBRE EN NETFLIX