UN TIPO LOCO Y SALVAJE
Genio de la comedia absurda, Steve Glenn Martin (Waco, Texas,
1945) de adolescente trabajó en Disneyland y aspiraba a ser mago.
Con veintipocos, y ya con el pelo cano, su gran truco fue lanzarse a la comedia. A mediados de los 70 su fama explotó y en 1981, cuando actuaba ante más de 30.000 espectadores, dejó los escenarios. Martin, premiado concertista de banjo y maestro del bluegrass, escritor, articulista habitual de The New Yorker y reputado coleccionista de arte, cuenta todo este periplo en Born Standing Up, memorias de sus años mozos, de la búsqueda de su estilo y la sorpresa que le causó el éxito. Como la que sintió cuando, en octubre de 1975, vio el primer episodio del SNL, un programa que, dijo, encauzaba todo el sentir cómico del momento. Aunque nunca formó parte del cast, Martin se convirtió en uno más de la troupe, como lo fue también Robin Williams. Pero mientras este encajaba como un guante con la estética (y la vida más propia de una rock star) de los Belushi & Co., la aproximación intelectual, surrealista y en perpetua búsqueda del anticlímax de Martin suponía todo un contraste. Un loco anda suelto (C. Reiner, 1979), de la que también firmó el guion, confirmó su estatus de estrella, algo que se encargó de dinamitar con Dinero caído del cielo (H. Ross, 1981), y dos nuevos films con Reiner, Cliente muerto no paga (1982) y Un genio con dos cerebros (1983), todos fracasos. De carrera fértil, con giros familiares (El padre de la novia) y clásicos incomprendidos (Bowfinger, el pícaro), recibió un Oscar honorífico en 2013.