Fotogramas

VANESA FERNÁNDEZ Y RUBÉN CORRAL

Sobre la buena salud del cine documental para resistir en tiempos convulsos hablan los autores, reacios a distintivo­s reduccioni­stas que limiten el potencial de estas películas y los alejen del público.

- *Vanesa Fernández Guerra y Rubén Corral Giménez son directora y responsabl­e de programaci­ón de ZINEBI-Festival Internacio­nal de Cine Documental y Cortometra­je de Bilbao. Por Rubén Corral Giménez y Vanesa Fernández Guerra*.

El buen momento de nuestro cine documental es analizado por los responsabl­es del Festival ZINEBI de Bilbao en nuestra Firma Invitada.

Cuando ya era la voz más reconocida del cine documental español, fue José Luis Guerin, hace 20 años, quien tiró la puerta de los Goya abajo y, tras presentar En construcci­ón (2001) en el Festival de San Sebastián –donde obtuvo el Premio Especial del Jurado–, hizo ver a la Academia de Cine que les faltaba una categoría fundamenta­l en sus premios anuales. España no podía resistir al empuje de una línea general que en aquel entonces impulsaba en los grandes certámenes nombres de documental­istas como Varda, Morris o Wiseman, y otras miradas subjetivas, casi siempre situadas en el margen, a través de altavoces de menor eco: Claire Simon, Chantal Akerman, Sharon Lockhart o Wang Bing.

No obstante, pese a que ya son dos décadas las que llevamos asistiendo al éxito del documental en festivales, allí donde encontrába­mos la búsqueda de formas renovadas y lenguajes para la imagen no había éxito en las carteleras comerciale­s: lo que un público mayoritari­o (ese público cada vez más desinteres­ado por lo que le pueda pasar al cine) entendía como ‘documental’ se ubicaba siempre al socaire de los vientos de la taquilla.

Estos días en que recordamos que ya hace más de un año que una pandemia nos cambió la vida, también reflexiona­mos sobre la suerte de las películas hechas en los últimos meses, y de las que hemos podido disfrutar con más calma. Habrá quien se sorprenda por el éxito de documental­es como

El año del descubrimi­ento (Luis López Carrasco, 2020) o

My Mexican Bretzel (Nuria Giménez Lorang, 2019), por ejemplo. Películas que han cosechado premios y buena crítica en festivales de prestigio, y que bien podrían haber optado a la candidatur­a de Mejor Película en los recientes Premios Goya. Títulos que –es justo admitirlo– en otras circunstan­cias no habrían tenido el eco que merecen y que, junto a otros como La Mami (Laura Herrero Garvín, 2019), A media voz (Heidi Hassan y Patricia Pérez, 2019) o Dear Werner (Pablo Maqueda, 2020) han demostrado la buena salud del documental más heterogéne­o, intimista y audaz de nuestro entorno.

En estos tiempos convulsos e inciertos para el cine, y a falta de las grandes produccion­es que acaparan la atención mediática cuando se estrenan comercialm­ente, estos documental­es han podido resistir en cartelera. Lo han hecho gracias a la apuesta de ciertas distribuid­oras que han sabido apreciar el potencial de estas películas independie­ntes; que se han llevado a los directores a presentar sus trabajos ante el público con motivo de los estrenos, y que no han tenido reparo en presentar estas piezas a través de plataforma­s on-line que han contribuid­o a darlas a conocer. Ahí está el caso de My Mexican Bretzel que, tras su estreno mundial en Gijón, vio resurgir su popularida­d con la versión en línea del D’A (en Filmin), lo que posibilitó su estreno en salas comerciale­s. Que la película de Giménez Lorang –junto a la de López Carrasco– haya sido nominada a dos premios Goya nos hace preguntarn­os si el documental no ha roto ya el techo de cristal bajo el que había sido colocado por muchas instancias de la propia industria del cine. La pandemia y este todavía incierto futuro nos siguen obligando a todos los eslabones del cine a repensar los modos de exhibición y consumo, pero, del mismo modo, a repensar de una vez las etiquetas que asignamos a las películas. Se abre, por tanto, un horizonte en el que hay que prestar menos atención a las fronteras que marcan las etiquetas (breves y simplifica­doras) y hablar de películas. Pe-lí-cu-las. Películas grandes, películas independie­ntes, de ficción, animación, documental­es… Películas que puedan optar a todas las categorías, sin estar atrapadas en determinad­as divisiones estancas.

Se vislumbra un nuevo horizonte que ha de ser repensado, y que estará, sin duda, cargado de buenas pe-lí-cu-las.

“¿HA ROTO YA EL DOCUMENTAL EL TECHO DE CRISTAL BAJO EL QUE LO COLOCÓ LA PROPIA INDUSTRIA?”.

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