FORMACIÓN Y COACH: UNA APROXIMACIÓN
Algunos de los grandes intérpretes de este país acuden a él para abordar sus personajes. Juan Carlos Corazza, maestro de actores, nos habla sobre actuación, formación, coaching y… aprender a aprender.
“UNA IDEA PRECONCEBIDA PUEDE SER EL PEOR ENEMIGO Y HAY QUE ESTAR DISPUESTO A SOLTAR. SI NADIE CEDE, MEJOR DESPEDIRSE”.
Llevo más de cuatro décadas dedicado en cuerpo y alma a lo primero y casi tres a lo segundo. Sobre actuación hay muchos libros. Reconocer su calidad es cuestión de criterio, algo que lleva años adquirir, que no todos consiguen y no siempre va junto al talento. El criterio ayuda a no perderse en la subjetividad, halagos o peligros de esta profesión. Una base firme y el entrenamiento dan seguridad y libertad en este oficio. Seguir descubriendo las infinitas posibilidades de la interpretación, más allá de las oportunidades de la carrera, es una responsabilidad. No conformarse, no pretender una receta mágica o aferrarse a una única verdad. Aprender a aprender.
Muchas actrices y actores con experiencia y formación recurren a un coach, para encontrar propuestas creativas, ensayar más, solucionar algo o para disfrutar del proceso. No querer revelar la preparación es comprensible, existen prejuicios y malos entendidos: que se hace por inseguridad, por no tener talento suficiente, que amenaza al director/a, etc. Contar con un coach expresa compromiso con el arte, no hace sombra al director/a y no disminuye los méritos de quienes actúan.
Cada vez hay más profesionales dedicados al coach, un término extraño para mí. En la TV Globo de Brasil, donde suelo colaborar, se puede ser ‘preparador de actores’, ‘preparador de elenco’ o ‘maestro de actores’. En España es poco frecuente que la dirección o la producción contraten a un coach. Profesionales de diversos países suelen decir: “menos mal que fui con los deberes hechos…”. Ensayar mucho o poco no es el problema: sino qué y cómo ensayar.
En Estados Unidos, la preparación individual suele valorarse e incluirse en los contratos: Montgomery Clift exigía a su acting coach rusa; Lee Strasberg y su esposa acompañaban a Marilyn Monroe en rodajes, y hay una larga lista de ejemplos actuales.
Por respeto a la privacidad no nombro a quienes preparo, a menos que esas personas lo hagan. Javier Bardem fue uno de los primeros que lo compartió públicamente, poco después de comenzar a estudiar en mi escuela. Ahora puedo nombrar que trabajo desde hace más de 17 años con Penélope Cruz porque lo dijo ella en 2019 al ser premiada por la Unión de Actores y en otras ocasiones. Quiso el destino que yo preparara meticulosamente dos actuaciones premiadas con un Oscar. Hubo mucha suerte, pero ante todo gran talento y entrega por parte de ellos dos, y de sus brillantes directores. Hay enfoques que entrenan la autoconfianza, la expresividad u otros aspectos valiosos. A mí me gusta estimular una imaginación creativa, inteligente y peculiar para definir los personajes. Creo fundamental la adaptación a los otros personajes, al equipo y especialmente al director/a. Prepararse para contribuir con la historia ayuda a soltar el exceso de preocupación por uno mismo. Lo primero es respetar y colaborar con lo que espera el director/a, su concepción y visión del personaje, desde el vestuario o peinado, hasta la función que cumple en el guion. A veces hay espacio para propuestas y otras no, pero compartir puntos de vista puede enriquecer. Si el director tiene otro enfoque, ayuda autocuestionarse, probar ambos enfoques. Ver si integrarlos funciona o no.
Una idea preconcebida puede ser el peor enemigo y hay que estar dispuesto a soltar. Si nadie cede, mejor despedirse.
Esta época es una oportunidad para la apertura e integración. Ahora más que nunca necesitamos dejar el individualismo y la competitividad, quizás abrirnos a cocrear, a compartir en vez de competir. Aprendo de cada actor, actriz, estudiante, directora, director… y agradezo poder compartir el amor por la actuación y los sueños de arte, juntos.