La noche de ‘Nomadland’ y del gran aullido de Frances McDormand
El film de Chloé Zhao, la segunda mujer en ganar el premio a Mejor Director, coronó con el Oscar a Mejor Película una trayectoria triunfal que arrancó con el León de Oro en Venecia. El colofón a una velada repartida y con un final extraño.
Cuando Steven Soderbergh, productor de la gala de los Oscar, prometió que la ceremonia de los 93.º Premios de la Academia sería como una película y que a los espectadores les temblarían las piernas desde el primer minuto, nadie anticipaba el giro de guion que llevaría al anticlímax con el que culminaría la madrugada del 25 de abril. Él el primero, al que el vuelco final sí le debió de dejar temblando. Porque estaba claro que todo iba enfocado a cerrar el show con un emocionado recuerdo a Chadwick Boseman, el fallecido protagonista de La madre del blues y favorito en todas las quinielas previas. O eso parecía a las cinco de la madrugada. A esa hora, Viola Davis, nominada por el mismo film, era la rival a batir en Mejor Actriz, la categoría más abierta en esta larguísima temporada de premios. Especulaciones que la organización fomentó con un inexplicable vuelco en el orden de entrega de las estatuillas, adelantando la de Mejor Película para terminar con las de interpretación. ¿La razón? Despedir la retransmisión por todo lo alto con un poderoso mensaje que reforzara la comunidad afroamericana y al mismo tiempo conectara con el sentir social y los cambios que la misma Academia ha fomentado en los últimos años. Pues no: Frances McDormand subió al escenario por segunda vez, tras hacerlo como productora por Nomadland, para recoger el premio a Mejor Actriz; y un ausente Anthony Hopkins ganaba por El padre, su segunda estatuilla a Mejor Actor, con un descolocado Joaquin Phoenix aceptando el galardón en su nombre y despidiendo a la francesa la gala. Un final chocante. Y esta vez, ni Faye Dunaway ni Warren Beatty tuvieron la culpa de nada. Ganas de celebración. Queremos que la gente reconstruya su relación con el acto de ir al cine, apuntó Soderbergh como el objetivo de una gala que se apartó deliberadamente de los modelos que habían seguido los Globos de Oro, los BAFTA –o, más cerca, los Goya– apostando por conexiones vía satélite en lugar de videoconferencias. Así, la Academia se llevó la fiesta a un marco inusitado, la Union Station de Los Ángeles, donde se reunieron 170 de los protagonistas de la noche (entregadores, nominados… acompañados por un solo invitado y la inmensa mayo
“QUEREMOS QUE LA GENTE RECONSTRUYA SU RELACIÓN CON EL ACTO DE IR AL CINE”.
Steven Soderbergh, productor.