Reencuentro para la historia.
Ana Belén y Manuel Gómez Pereira recuerdan El amor perjudica seriamente la salud.
Se abre el telón (de acero por exigencias del guion –llegan al plató en ascensor–) y entran en escena en animada charla una gran actriz (habitando un cuerpo menudo) y quien fuera su director en un buen puñado de películas, entre ellas la que nos ocupa. Hace más de un año que Ana Belén (Madrid, 1951) y Manuel Gómez Pereira (Madrid, 1953) no se ven, pandemia mediante, y no pueden (ni quieren) disimular la emoción. Desde que hacen acto de presencia, las confidencias se convierten en el tercer personaje de la sesión. Han hablado por teléfono porque yo no he dejado todo este tiempo de hacer un repaso por los amigos, ¿verdad que no, Manolo? Pero claro, vernos, poder tocarnos, no es lo mismo. Así pues, FOTOGRAMAS pone en marcha la máquina del tiempo y viaja con el autor y su musa 25 años atrás, cuando la diva Diana Balaguer y su sufrido amante de voluntad manipulable, Santi (Juanjo Puigcorbé), demostraron con su peculiar romance que El amor perjudica seriamente la salud.
LA BUENA ESTRELLA
¿Cómo? ¿Cuántos años dices que han pasado de aquello?
Pregunta entre escandalizada y pícara Ana Belén, como quien no quiere que le recuerden lo que ya trae sabido. Parece increíble, hace una eternidad. Sin embargo, El amor… siempre estuvo ‘tocada’ en el buen sentido, es una película grande que ha sabido envejecer a la perfección, del mismo modo que lo ha hecho su leitmotiv, The Beatles (los be-at-les, como repite literal el genial Gabino Diego cuando su álter ego Juanjo Puigcorbé regresa al pasado). Confieso que yo nunca me busco, no me gusta ver mis películas. Algunas veces que me encuentro por casualidad, me llevo unos sustos tremendos. Este no es el caso. El amor perjudica seriamente la salud me la encontré hace poco haciendo zapping en una plataforma, y me gustó verme, la verdad. Es fantástica, ¡y lo pasamos tan bien haciéndola! Juanjo es muy top.
Manuel no ha querido repasarla antes del reencuentro, pero refiere la misma sensación: El recuerdo que tengo es maravilloso, me emociona volver a hablar de ella y me resulta muy fácil trasladarme a los años 90, cuando la rodamos. Esas localizaciones en el hotel de lujo Crillon de París (era coproducción francesa), el Ritz y el Palace en Madrid, esa suite que costaba tropecientas mil pesetas, el kit que llevaba el doble del príncipe Carlos de Inglaterra en la recepción final, que tenía hasta una luz para darle mayor prestancia a sus inmensas orejas de soplillo… Fue todo muy divertido, un show.
LO PRIMERO ES ANTES
La más exitosa de las comedias de Gómez Pereira tenía una innegociable musa: Mis apuestas siempre fueron Ana y Juanjo. O eran ellos, o no había película. Mi forma de trabajar parte del actor, y después viene lo demás. Cuando tienes a alguien en mente es más fácil escribir el guion para él y no al revés. Trabajo así, y por eso lo primero que hago es ir a buscar el ‘sí’ para empezar. En los 90 no existía apenas la figura del director de casting, que es algo muy americano que ha llegado a nosotros después, y era el propio director el que se encargaba de elegir a los actores principales, explica el cineasta (y coguionista, y coproductor). Un método de trabajo que la actriz corrobora: Yo estaba de gira con La bella Helena en Valencia (interpretación que le valió un Fotogramas de Plata), y Manolo vino a verme con Joaquín Oristrell (coguionista y coproductor). No traían ningún papel, vinieron a contarme la película. Cuando tuvieron mi ‘sí’ empezaron a darle forma. De regreso de la gira y ya en Madrid, me pasaron el guion. Me chifló.
El cine del siglo pasado se hacía de manera diferente, quizá más cuerpo a cuerpo,
“Yo confío en él a ciegas, y él en mí. Nos conocimos en La corte del faraón, cuando fue asistente de dirección. Después nos buscamos, pero no pudimos repetir hasta El amor…”. Ana Belén, actriz.
“Este sí que ha sido un reencuentro feliz. Hace más de un año que no nos vemos, desde antes de la pandemia, aunque como buenos amigos que somos sí nos hemos llamado”. Manuel Gómez Pereira, director.
aunque lo cierto es que Manuel jugaba con cierta ventaja porque ya había trabajado con Ana Belén. Yo confiaba en él ciegamente y él en mí. Nos habíamos conocido en La corte del faraón (José Luis García Sánchez, 1985), cuando Manolo era ayudante de dirección. Después nos buscamos para trabajar juntos, pero fue imposible… hasta que llegó El amor…, casi 12 años después, aclara la actriz. Para redondear las expectativas, el siguiente paso del realizador era encontrar a quienes dieran la réplica de juventud a la pareja protagonista, en el largo flashback de la cinta que comienza en 1965, con la visita de los Beatles a Madrid. Llegaron entonces Penélope Cruz y Gabino Diego, que soportan de maravilla el peso de contextualizar esta historia de encuentros y desencuentros que el protagonista resume a la perfección en uno de sus mil enfrentamientos con Diana Balaguer: No estamos hechos el uno para el otro; estamos hechos el uno contra el otro, querida.
A CUATRO MANOS
El quinto largometraje de Gómez Pereira, especializado en comedias y también en títulos interminables, encontró este por casualidad mientras los cuatro guionistas (él mismo, Oristrell, Yolanda García Serrano y Juan Luis Iborra), colaboradores habituales (¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?, Salsa rosa), consensuaban ideas en un hotel de Barcelona. Alguien puso una cajetilla de tabaco sobre la mesa y, leyendo el cartel de advertencia, se nos ocurrió darle la vuelta. El amor… viene de varias historias que no pudieron ser, que no salieron adelante, y nos pareció el título perfecto.
El amor perjudica seriamente la salud llenó las salas de buen humor cuando en nuestro cine no existían términos como feelgood movie, y por ella desfilaron (por obra y gracia de Gómez Pereira) un Fernando Colomo vestido de maître, un Javier Bardem enfermero (al que Penélope Cruz, caprichos del destino, arrebata un cesto de flores con el que agasajar por el nacimiento del príncipe Felipe) o una incisiva suegra, Lola Herrera.
Finalizada la evocadora sesión, en la que Manuel y Ana Belén han mostrado una incuestionable complicidad y sobradas tablas (sobre las que la actriz ha bailado y cantado al compás de los flamencos Lole y Manuel), dan por clausurado este revival con la improvisada escenificación entre ambos del momento final del film en el que Diana Balaguer consigue captar la atención del príncipe Carlos de Inglaterra y susurra: Mi nombre es Diana, pero puedes llamarme Di.
“El título llegó de manera casual cuando alguien puso una cajetilla de tabaco sobre la mesa en el hotel de Barcelona en el que escribíamos la película”.
Manuel Gómez Pereira, director.
“En aquellos años (los 90), lo normal era que el casting lo hiciera el director. Mi película eran Ana y Juanjo (Puigcorbé), sin ellos no habría habido nada”.
Manuel Gómez Pereira, director.
“Yo no me busco nunca, pero a veces me encuentro sin querer en algunas de mis películas y me llevo unos sustos tremendos. Con El amor… esto no me pasa. Me ha gustado verme de nuevo en ella”.
Ana Belén, actriz.