CUANDO LA CABEZA HACE BOOM
El protagonista de la serie ‘La costa de los mosquitos’ recuerda su lynchiano paso por ‘Mulholland Drive’ que, 20 años después de su estreno, vuelve a los cines.
No fue mi primera película, pero sí mi primera gran vivencia cinematográfica: por lo que cuenta, por el trabajo interpretativo que me exigió y por lo que vino después: presentarla en Cannes, ser consciente del viaje que una cinta así sigue o de cómo vivimos el cine. David Lynch es muy especial, sobre todo a la hora de dar respuestas… Una vez me dio el papel –que conseguí tras enviarle una cinta y hablar de dónde era o qué leía–, le pregunté si Adam, mi personaje, era una extensión de sí mismo. ¡No! ¡De ninguna manera! Y no me dijo nada más, así que hice lo que quise. Me dio completa libertad. Aunque también sufrí lo mío. Por ejemplo, ¿recuerdan esa escena en la que el amante de mi mujer, interpretado por Billy Ray Cyrus, me pega un puñetazo? El sonido que se oye cuando mi cabeza choca contra el suelo es en realidad el sonido que hizo mi cabeza al chocar contra el suelo. David estaba eufórico. ¡Es fantástico! Ese ruido… ¡Es imposible recrearlo en un estudio de grabación! Es un tío majísimo y nunca lo ves insatisfecho o frustrado en el set. No se enfada jamás. Cuando algo no sale tal y como estaba preparado, es como si lo disfrutara aún más. ¿Que nos quedamos sin luz? ¡Quedará mejor si la escena es de noche!, diría él.
Creo que la gente que intenta descifrar sus películas no tiene en cuenta algo básico: que no hay o no tiene que haber un hilo que lo conecte todo. Cuando fuimos a Cannes, David nos decía que nos preguntarían por nuestra versión de la historia. Y no quiero que les digáis nada, nos avisó. Porque lo único que se consigue es arruinar la experiencia. Para él, no hay nada más mágico que sentarse en una sala, que las luces se apaguen y se abra el telón para dar paso a lo inesperado. No sé dónde voy, nos decía sobre su forma de vivir el cine. Y precisamente por eso quiero ir. Si de él dependiera, no habría ni pósteres ni tráileres. Y es curioso, yo entré en su universo de una forma parecida: con 14 años vi Terciopelo azul (1986) y me explotó la cabeza. Compré la entrada sin saber nada de ella. De haberlo sabido, quizás no lo habría hecho.
‘MULHOLLAND DRIVE’ REGRESA A LOS CINES EL 11 DE JUNIO