“EL ARROZ HA SIDO FUNDAMENTAL EN LA DIPLOMACIA BERLANGUIANA”.
Hablamos con el hijo del director, cineasta y hoy chef de un restaurante que acerca Valencia a Madrid. Por L. Pérez.
Aprendió a cocinar de su madre, María Jesús Manrique, y le ha encantado hacerlo durante toda su vida. En Madrid no existe un lugar donde se coma un arroz como el tuyo, le decían sus amigos. Hasta que un día se lo tomó tan en serio que encontró un local perfecto a las puertas de El Retiro y abrió el Restaurante Berlanga. Antes había sido director de cine y televisión con series como Villarriba y Villabajo u Hospital Central, y trabajó como ayudante de su propio padre, Stephen Frears, John Milius o Carlos Saura. En todos esos años jamás me pasé ni de plan de trabajo ni de presupuesto, nos cuenta. Así que llevo mi cocina como un rodaje: con buenos jefes de equipo y trabajo bien ordenado. En las salas del restaurante se puede ver parte de la colección de libros de Luis García-Berlanga.
Eran 90.000 volúmenes, más 3.000 de la biblioteca erótica, revela su hijo. También algún mueble de su casa y otros recuerdos familiares. Con uno de sus arroces su madre consiguió que Cesáreo González contratara a su padre cuando llevaba cuatro años sin hacer nada, y que le dejaran el Palacio de Linares para rodar Patrimonio nacional. El arroz ha sido fundamental en la diplomacia berlanguiana, recuerda. No es lo único que preparo, hago un steak tartar buenísimo, las picaetas que tanto gustaban a mi padre, o lo que traigo de la lonja de Burriana, como el sepionet, el salmonete o la clóchina, que sabe tanto a mar. Restaurante Berlanga. Menéndez Pelayo, 41, Madrid.